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234 - Miguel Anxo Pena González o a la opinión común. Sigue, por lo mismo, la etimología del término griego en la evolución y comprensión que los filósofos hicieron del mismo. En relación a la cuestión que ahora comentamos es la novena de las diez abordadas en su ensayo, en el que se deja ver la continuidad entre estas disciplinas, así como una nueva manera de afrontar el saber. El título de la misma nos ubica ya en la senda de aquello que va a ser estudiado: los diversos sentidos de la Sagrada Escritura. Y, en este orden de cosas, siguiendo la línea escolástica tomista, lo que tenía continuidad con los años en los que había impartido docencia en la cátedra de Prima de teología, en la que había explicado la Summa del Aquinate. Precisamente, para santo Tomás, el sentido más importante es la lectura literal, tal y como ya lo era para los Padres latinos, entendiendo que es esta la que permite argumentar en teología. Lo interesante es que la lectura literal reúne también los demás sentidos, de tal suerte que el metafórico está también incluido en el literal y, además, se identifica con el histórico. Con todo, el Aquinate, al igual que los otros autores, entiende la lectura literal en contraposición a la espiritual. Contenido del texto El texto propuesto está compuesto por dos partes. La primera corresponde al enun- ciado de la cuestión, en la que Sánchez Ciruelo, siguiendo el método escolástico, expone aquello que quiere aclarar. Y, una segunda parte, que se refiere a la primera conclusión que él propone, en la que argumenta su discurso en torno al sentido literal de la Escritura. Ciruelo expone que un texto de la Sagrada Escritura no puede tener, a un mismo tiempo, diversos sentidos literales, algo que confluye perfectamente en la paradoja, que se convierte en criterio hermenéutico, pudiendo hacer una jerar- quía precisa de los diversos sentidos. Para él está claro que la Escritura no puede inducir a confusión y, a este respecto, cree que la posibilidad de distintos sentidos literales induce a "confusión, falacia y engaño". La paradoja, en este sentido, es algo orientado a la verdad, aunque esta no sea algo completo (Lubac, 1959: 8). Para ello recurre al Filósofo quien había planteado el tema de las falacias en su Órganon donde, precisamente, se detiene en el tema de los elencos sofísticos. Estos se ubican en la lógica menor, relacionado con las Súmulas (compendios lógicos). Formal- mente se entiende que un elenco es un silogismo que contradice alguna conclusión o tesis ya expuesta. Se trataba, por lo mismo, de la argumentación que se usaba en las disputas. Estas, a su vez, podían ser de cuatro clases: doctrinales, dialécticas, tentativas y sofísticas. En el caso que nos ocupa, claramente se refiere a la última clase, la litigosa o sofística. En ella el medio utilizado por el sofista es la falacia, que es el tópico más apropiado para lograr el artificio. Aristóteles identifica la dife- rencia entre la lógica y otros estudios con los cuales a veces se la ha identificado o confundido: gramática, psicología, metafísica. Para él es claro que no se refiere a

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