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Pedro Ciruelo: actitud ante la peste - 185 virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Yasí también fueron necesarios otros mayores sabios, elevados sobre los mundanos filósofos, que enseñasen las sobre- dichas virtudes infusas. De estos era el que dijo: Sapientiam loquimur in ministerio (sic) que est abscondita, quam nemo principum huius saeculi nouit, adhuc autem et altiorem viam vobis demonstro 11 . Estos sabios son los santos dotores teólogos, predicadores de las leyes del eterno Dios en el mundo, de las cuales el salmista dizía: Lex domini inmaculata convertens ani[m]as testimoniumDeiJi.dele sapientiam praestans paruulis 12 . [Consolación ante la peste] Por donde se sigue que la teologal consolación, en los trabajos de los hombres, será mucho mayor y mejor que la filosofal sobredicha. Aunque ella no menosprecia a esta otra, antes ordena sus remedios, edificando sobre el fundamento de la razón natural. Así como la gracia presupone anatura, yañide (sic) perfeción sobre ella 13 , y así la teología [pr]ecede a la filosofía como señora a moza, como maestra a discipla, como espiritual a corporal, y eternidad a tiempo. Della dice el sabio: Disponit omnia suauiter, doctrix est enim discipline Dei et electrix operum illius. Habebo propter hanc claritatem ad turbas, disponam populos et nationes 14 . Pues como en el traba- joso peligro de la pestilencia epidemial los naturales filósofos y los médicos hayan ordenado muchos y diversos regimientos, para remediar y consolar a los afligidos de la tal adversidad, pareciome ser cosa muy razonable y necesaria, que entre los siervos de Dios se hallase ordenado el muy más alto y mejor regimiento teologal para, en semejantes trabajos, que por nuestros pecados, suele Dios enviar sobre la tierra. Yaunque se hallen algunos devotos y consolatorios tratados de teólogos, que en general muestran cómo se deben sofrir las adversidades de la fortuna. Mas no he visto jamás ninguna obra de teólogo doctor que, en especial, hable del regimiento caritativo y piadoso que han de tener los fieles siervos de Dios en la pestilencia, que es la mayor adversidad que suele traer la rueda de la fortuna. [Razones para escribir la obra] Por ende, movido con celo de toda caridad, aunque yo sea el mínimo teólogo de los de mi tiempo, he querido escrebir el presente tratado, por tres razones principales. La primera es ya dicha, para dar regimiento y consolación divinal a los próximos puestos en el grande peligro pestilencial, sobre añidiendo muchas dotrinas santas al regimiento filosofal, y moderando en algo sus reglas carnales, menguadas de 11 1Co 2,6-8. 12 Sal 18,8. 13 [Pr 9,2]. 14 Sb 8,1.4.10.14.

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