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Miguel Anxo Pena González Pedro Ciruelo: actitud ante la peste Introducción y comentario Perfil bio-bibliográfico Pedro Sánchez Ciruelo (c.1470-1548) es uno de los autores, del paso del Medio- evo a la Modernidad, en los que resuena todo el saber religioso y profano de su tiempo, compaginando la carrera eclesiástica y la académica. Un hombre de saber enciclopédico y mente ecléctica. Estudió gramática y retórica en su Daroca natal, trasladándose a Salamanca hacia 1482 para cursar los estudios de Artes. Sería en el Alma Máter salmantina donde sobresalga en el estudio de las matemáticas. En 1492 se asienta en París, para estudiar Teología, actividad que compagina con la enseñanza de las matemáticas en aquella Universidad donde esta disciplina era un tanto decadente. Serán -durante estos años- diversas las ediciones de obras matemá- ticas y comentarios sobre obras de astronomía que llevará a la imprenta. Ya en una época tan temprana de su formación intelectual se pone de relieve la presencia de elementos de un marcado sabor medieval, juntamente con otros que denotan ciertas formas humanísticas. Así, en obras como el comentario a la Sphaera del Sacrobosco, incorpora el género literario del diálogo -elemento recurrente entre los humanistas-. Él lo usa para compaginar, a un mismo tiempo, la enseñanza y la divulgación de aquello que iba asimilando en los generales universitarios. A este respecto, Gómez Sierra lo califica de "personaje de originalidad y vitalidad consi- derables" (2000: 843), lo que también se pone de manifiesto al no querer latinizar su nombre, como era común entre los humanistas. En 1502 regresa a España dedicándose, durante tres años, a la enseñanza de la filosofía en el Colegio de San Antonio de Portaceli de Sigüenza. De ahí retorna a Aragón, donde debió ejercer la docencia en el Studium de la ciudad de Zaragoza, hasta que el cardenal Cisneros lo llama a enseñar en Alcalá, en la cátedra de Prima de Teología, siendo nombrado colegial de san Ildefonso. Allí permanecerá más de dos décadas enseñando teología y dedicándose a la predicación y al estudio de la Sagrada Escritura, con una preocupación eminentemente espiritual y apostólica. A la base de su sensibilidad científico-matemática, encontramos una honda preocupación por la teología y la filosofía, que concuerda con el ideal humanista cristiano, donde las Lenguas y la Retórica, conjuntamente con las Artes, han de ser las claves que configuren la estructura mental para un cambio de sociedad, pero todo ello enmarcado en una figura discreta, que no busca grandes protagonismos. Además de su preocupación por las matemáticas y astronomía, sobresale con fuerza la figura de un teólogo y filósofo, tal y como él mismo pondrá de manifiesto https://doi.org/10.1515/9783111689869-008
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