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Carta de San Pablo sobre la dignidad cristiana Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor J esucristo que, en Cristo, nos bendijo con toda bendición espiritual e n los cielos; por cuanto en E l nos eligió antes de la constitución del mundo, para que fuésemos santos e inmacu– lados ante El, y nos predestinó en caridad a la adopción de hijos suyos por J esucristo ... (Eph. 1,3 -5). Con esto entenderéis cuál es la esper anza a que os ha llamado, cuáles las riquezas y la gloria de la herencia otorgada a los santos, y cuál la excelsa grandeza de su poder para con nosotros los creyentes , según la fu erza de su po<;l.erosa v irtud, que ejerció en Cristo, resu– citándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos. (Eph. 1,18-20). Os digo, pues, y os exhorto en el Señor, a que no viváis como viven los gentiles. Reno– vaos en vuestro espíritu y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en justicia y santi– dad verdaderas. Por lo cual, despojándoos de la mentira, hable cada uno v€'rdad con su pró– jimo, pues que todos somos miembros unos de otros. Sed, en fin, imitadores de Dios, como hij os amados suyos; y vivid -en caridad, como Cris– to nos amó y se entregó por nosotros. (Eph. passirrt). • 91
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