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te tu perdón. A pesar de mis reiteradas caí– das y de mis constantes infidelidades, me has conservado la vida hasta este momento librán– dome de caer en el infierno y concediéndome tiempo para hacer penitencia. Confieso que he sido ingrato para con tu Bondad Divina y que he abusado, para ofen– derte, de todos los dones que me habéis otor– gado: de mi cuerpo, .de mi salud, de mi inte– ligencia y dE' mi voluntad. El hijo ingrato que ofende a su padre es odioso a los mismos ojos del mundo y yo lo he sido con el mejor de los padres: convir– tiéndome en objetó de ira y de execración pa– ra Ti, mi Dios, mi Señor y mi Padre. DE'teflto y abomino todos mis pecados desde lo más · íntimo de mi corazón; porque con ellos te he ofendido .a Ti, bondad infinita, fuen– te de todo bien, misericordia sin límites, Pa– dre mio infinitamente bueno. Tú eres el bien supremo y soberanamente amable, que has entregado a la muerte a tu propio Hijo para lavar con su sangre mis pecados. Os presento la sangre de Jesucristo y, ·aun– que no lo merezco, os suplico que escuchéis la voz del hermano inocente pidiendo por el hermano culpable: «Padre, perdónale, porque no sabía qué se hacía cuando pecaba». 64