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r XVIII COMIDA, JUEGOS El p&n nuestro cotidiano, gracias al Señor bendito, nunca falta a un franciscano. Agradecido y urbano ha de ser, pues, mi apetito. Con el pan y con el juego de alegres recreaciones se templan bien las razones para alumbrar pronto el fuego de Dios en los corazones. La oración dominical nos enseña que hemos de pedir a Dios el pan nuestro de cada día. Pero a la vez hemos de procurar merecer ese pan .por medio. de nuestro trabajo, y sola~ - 87
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