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turalismo y que la Gracia, la Virtud, la pose– sión práctica de la sabiduría, como conocimien– to, gozo y erudición, lo que pudiéramos llamar con pensadores modernos la vivencia del co– nocimiento, son la manifestación ideal de la ciencia. Mas loSJ ratos de estudio fatigan. Hay que esparcir el ánimo y desentumecer el cuerpo con diversiones y ejercicios apropiados. Y también éstos cansan. Urge y .se reclama el reposo. El sueño adquiere así una gran importancia física, intelectual y moral. Su necesidad entra en re– lación directa con la altísima función del tra– ba jo, del perfeccionamiento humano. Blanda– mente llega como una plenitud, y la renuncia y el cese de la actividad mental que implica son también actos humános por la noble inten– ción previa e inmediata que lo ennoblece y santifica. He recitado mis oraciones, he echado una mirada a mi espíritu y a mi actividad diaria, he ajustado mis sentimientos con Dios. Todo queda en orden, limpio y silencioslO al lado de la mejor almohada: la buena conciencia. Y jun– to a mi sueño vela el ángel por mi salud, mi ciencia y mi piedad.
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