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mas · que les obligan gravísipiamente. •Mas no es imposible que en' los planes provident~ de Dios se incluya la prueba de tener ·que soportar alguna circunstancial injusticia o indiscreción, las cuales en nada deben viciar la certidumbre y la paz de mi obediencia por Dios. Es probable que, destinado a pertenecer a un. gremio sacerdotal y religioso y. por consiguien– te, rector de cierta parte .de la comunidad, llegue a ocupar algún puesto de superioridad ante los religiosos o los seglares, fieles o infieles. El me– jor aprendizaje para mandar con bondad, con prudencia y con, la santa familiaridad que exige nuestro espíritu franciscano, es siempre obede– cer con dignidad, con reverencia y con cariño, sin adulación ni servilismo. ¡Gran secreto de s~guridad mora l y medio supremo de perfección religioso la santa obe– diencia! Quizá se pueda tener a lguna vez cier– ta razón aceptable para discutir esta o la otra disposición circunstancial de los que mandcin aun religiosamente. Pero en todo caso se habrá perdido la santa ingenuidad que hace segura, alegre y victoriosa la vida del varón obediente. Obedecer •ásí es, además de un acierto, un placer. 118 -

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