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,.. para ir · formando mi carácter, para .adquirir . la disciplina del . traba jo y para aprovechar las orientaciones que sobre la vida humana en su conjunto me van dando los rectores de mi for.~ mación integral. Hasta los seglares, de cualquier profesión que sean, se someten, por gusto o · por necesidad, a Ja sujeción de la obediencia a sus respectivos jefes, y en este mundo no hay nadie que no tenga que responder de sus actos ante alguien y ejecutar lo que éste ordena. En la vida preparatoria para la profesión religiosa tiene que ocurrir lo mismo; pero dig– nificadas esta obediencia y subordinación por la razón más hermosa y que da el más alto va– lor a las acciones: hacer lo que Dios quiere. ,Cierto que no siempre es fácil conocer en absoluto la voluntad de .Dios, ya que no raras veces hay cuestiones y hasta orientaciones no fundamentales sometidas a la variable opinión de los hombres. Pero la intención por mi ,parte de aceptar lo que se me ordene como voluntad de Üios es siempre no sólo meritoria, sino tam– bién. tranquilizadora y, por consiguiente, beatí– fkante para mi alma y mi s~guridad personal. La obediencia ciega S1Upone la inteligencia, la discreción y la bondad de los superiores, nor- - 6.7

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