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mis padres, cuando me acariciaban y cuidaban; sobre todo, si amor es lo que movió a Jesús , Hijo de Dios, a concederme tantos beneficios y a padecer tanto por mí y por las almas, no hay duda que el amor es el más alto poder en el corazón de Dios y de los hombres. ¡Cosa grande ha de ser este amor que ahora comienzo a sentir y que ha hecho cosas tan grandes en Dios y en los hombres! Y he aquí que San Francisco, mi seráfico Padre, el inmediato modelo de mi perfección, cuyas palabras van a ser la norma de mi vida, es el Santo del Amor. Por eso le llaman "el Seráfico"; porque fué en la tierra serafín por la luz de sus buenas obras y por ·el ardor de sus amores. Si el amor es lo primero entre los hombres y en Dios, también lo es entre los espíritusi y jerarquías celestiales. En el Cielo hay nueve coros que sirven y alaban continuamente al Se~ ñor; pero el más glorioso, el supremo, es el coro de los que especialmente han sido criados para amar: el de los Serafines. También yo me llamo Seráfico, y en serlo de veras -he cifrado mi honor. Las virtudes de santidad y ciencia que han florecido en tantos 52 -

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