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pláticas, conversaciones y plegarias. La San~ tisima Virgen, mi dulcísima Madre, es el amor de mi alma desde que yo supe amar-. Singularmente me enamora su -título de In~ maculada, y esto me recuerda que la Inmacu~ lada es la advocación de la Virgen más que~ rida y glorificada en la Historia y; en el arte de mi Patria. Al obsequiarla cada sábado, taro~ poco puedo olvidar que es la Patrona de la Orden Seráfica, que trabajó tanto por su glo~ rificación, que se ha dicho que la Santísima Virgen fué ",por Cristo preservada, por Fran~ ciS1Co defendida". - ¡Es tan hermosa y amable la Inmaculada tal como la han concebido los artistas españoles, extática, pura y bella, con su vestido ideal, azul y blanco... ! Me parece que el Señor ha querido recom~ pensar lo que la Orden Seráfica trabajó por la lnmaculadá, encomendándole la propaga– ción de las glorias misericordiosas y devo~ ción de la Divina Pastora. Junto con el de Inmaculada, el título de Divina Pastora es el más atrayente para mí. Y si yo aspiro a ser misionero, es decir, a traer almas al redil del buen Pastor Jesús, ¿qué modelo más apropiado 46 -

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