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.Quizá no me .cueste la vida, en el sentido de morir mártir corno El-¡qué dicha si esta g.racia se ·Verificase en mí!- , pero sí seré mártir por el trabajo que exige mi vida de esitudiante, de religioso, de sacerdote misionero y por las re~ nuncias a que. tengo que obligar a mi corazón. ¿ Quién me asistirá a mí, débil niño, y siem~ pre hombre frágil, en todas estaS1 diflcultades? Pues mi "dulce Compañero" Jesús. El, refl~ riéndose a los demás niños, ha dicho-; "Dejad que los niños se acerquen a Mí." Pero a mí me ha dicho algo más. Me ha dicho lleno de amor e interés por mi salvación: "¡Ven a Mí!" Y , al decirlo, lo ha hecho, y me ha traído a Sí. Y con El estoy. ¿Cómo dudar en llamarle "mi dulce Compañero"? Sí, El es, y lo será por siempre, mi dulce amigo. Su palabra será la verdad que guiará mi mente y la que yo predicaré a las almas; su gracia será la vida que me sustentará y alegra~ rá y la que yo, por medio de los ministerios sacerdotales después, y ahora con el cumpli~ miento de mi deber y mis plegarias, comuni~ caré: a todos los hombres; sus ejemplos me in~ dicarán la senda que debo seguir y enseñar a seguir. - 17

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