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espiritual son posibles y convenientes. Lo que hace falta es que tales devociones sean en sí importantes y a la vez representativas del es– píritu y del estilo de la comunidad a que se pertenece. En este aspecto, las devociones por excelen– cia franciscanas reúnen en sí estas condiciones como ninguna otra devoción. Si la esencia del franciscanismo, como JI1anifestación genuina del espíritu evangélico cristiano, consiste en la re– lación más íntima con los misterios de Cristo Nuestro Señor., ningún misterio más signi,fica– tivo que los típicamente seráficos: Jesús Niño en el Pesebre de Belén, Jesús presente en la Eucaristía, Jesús inmolado de amor en la Cruz, Jesús derramando las finezas de su Sa– cratísimo Corazón. Belén es la patria franciscana de las ternu– ras, de la poesía y d el delicad o sentimiento de humanidad, de paz y de bien. El Sagrario es el centro de la amistad luminosa de Dios con los hombr.es. La Cruz, con su locura y su dolor extático, es todo el franciscanismo. Y el Co– razón de Jesús es el tesoro de la vida seráfica y además el titular expreso de la provincia re– ligiosa a que pertenecemos. 32 -

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