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pulsivo a las otras almas me dará ascendiente y espiritual paternidad sobre ellas. Amo, como mi seráfico Padre San Francisco, la cortesja, que según él dice es el adorno de la caridad: es la más vistosa joya con que se adorna esta reina de todas las virtudes. La sincera amabilidad del apóstol de Cristo, que tiene que hacerse todo para todos; la es-– piritual y corporal limpieza, que es el reflejo de un alma sencilla y ordenada; la urbanidad, brillo de muchas virtudes y hermana de la vo,,' luntaria y santa pobreza, son virtudes que fig,u~ ran en mi ideario con letras de oro. ¡Soy todo y sólo de Jesús! Por esto puedo ser todo para todos, como lo es El. Soy para el pueblo y para la ciudad, porque mi minis– terio no reconoce clases y, si alguna pi-eferencia he de tener, el Evangelio y la historia de mi Orden me dicen que ha de ser por el pueblo. Soy el Demóstenes del pueblo, por la densidad de las verdades que predico y por ,la energía y vigor de mi palabra evangélica. Y soy tam~ bién de la ciudad, por la sublimidad y eternidad de la fe que anuncio y por la beIJeza y cultura de mis ideas y palabras. Estas son hoy ideas, pero en Dios fío que 108 -

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