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ránco Padre, vive familiarmente conmigo; como una hermana de la piedad y de la alegría; y • a la poesía la vivo y la siento, a modo del se~ ráfko poeta San Francisco, en toda ~i vida de espiritual idealidad, y frecuentemente intento una canción con sus ritmos. La piedad de mi vida es la mejor disposición para gozar de la ciencia, del arte y también d e la Naturaleza. Sí, de la Naturaleza. ¿Es pequeño regalo el que el Señor haya si~ tuado mi. colegio en este magnífico y saludable bosque? El me ha puesto desde niño en trato y familiaridad con la Naturaleza, con los árboles del bosque, con sus pinos y encinas, con los aromas de sus tomillares, con el humilde, aun~ que histórico Manzanares, con las azules mon~ tañas del Guadarrama, con sus aves y gentiles gamos del monte. Esta vida serena y campestre con que todas las -cosas parecen palpitar bajo la mirada amo~ rosa de la Providencia, que las mantiene y em~ bellece, hacen brotar en mi alma las alabanzas del Creador: me hacen entonar de nuevo el cántico de las criaturas de San Francisco, el cántico del hermano Sol. Cuando me acerco a estas criaturas vuelvo - 103