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tre, los matorrales de las diversiones del .mundo para pecar más libremente, sino que siempre os vea a mi lado animán– dome a luchar hasta que logre veros y goz:ir de vuestro amable rostro en cielo. Así sea; JACULATORIA: - Oh Pastora mía! Merezca ser yo siempre ovejita predilec– ta de vuestro rebaño. EJEMPLO.-En la historia de los mon– jes del desierto se refiere que el abad Pafnucío, oyendo hab'lar de una mujer pecadora Uamada Tais, que era el lazo de que el demonio se v.:i.lía para perder muchas almas, tuvo de Dio:, la inspira– ción de ir a convertirla. Disfrazóse, pues, de seglar y penetran– ªº en su casa le dijo que le llevase a una • habitación donde nadie los viese. Hizolo así la mujer, pero· el le dijo que no esta– ba tranquilo. Lo introdujo en otra ha– bitación aun más retirada, pero el mon– je le dijo lo mismo. Ella entonces lo llevó' a la sala ·más secreta de la casa, y •l'é dijo: "Aquí bien seguro podéis estar

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