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-50- yor edad, que ya eres capaz de escoger por tí •misma, elige. Mira que Dios y el diablo se disputan el dominio sobre tu alma: escoge tú al Señor que más te agrade, porque Dios no quiere soldados forzados sino voluntarios. Si bien lo piensas, no dudo que escoge– rás el servicio de Dios· tu Criador, tu Re– dentor y tu Pastor amoroso que llegó en el exceso de su amor a dar su vida por salvarte. Renueva, pues, las sole~nes promesas que por· tí hicieron el día feliz de tu bautismo: ofrécete ·toda, en cuerp·o y alma, al servicio de Cristo, tu capitan y maestro, tu Rey amable y pacífico. Pero mira; así c':'mo un vas:illo que quie– re ofrecer algún don a su rey; lo ofrece por manos de Ja reina, si con ella tiene cabida, así tú debes ofrecer a Dios todas tus obras por mis manos, y mi divino •Hijo las aceptará más complacido. sa a Dios eliges, y prometes confesar; públicamente su fe, sin acob'ardarte, y servirle todos los días de tu vida, yo en su nombre te prqmeto la felicidad y la. tranquilidad de la buena conciencia en