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-195 - da con. la librea de mi santo escapulario; tle. ti que más de cincuenta veces todos los días me pides en el rezo del sánto rosario que te asista en aquella hora? ¡Oh, no lo creaS', amada ovejita mía! ALMA.-,-¡Oh Madre divina! qué alien– to, qué •animación, qué consuelo tan ·grande me comunica tu palabra! No, no temo ya la muerte, porque espero, ¡oh mi celestial au:xfüadora!, que me daréis ·fuerza y resignación para sobrellevar 'cristianamente los dolores y angustias que suele acompañar a la última ,enfer– medad. Confí.o vencer con v~estra po– derosa ayuda los asaltos y tentaci'ones del lobo infernal, que, entonces más que nunca, sabiendo que le queda ya poco tiempo, intentará hacerme caer en peca– do. Espero que desptiés de la noche de esta vida, haréis brillar a mis ojos el cla• ro día de la eternidad bienaventurada. Concededme la gracia de emprender mi viá:je a la eternidad purificada y fortale– cida con los santos sacrament 1 os. Desde ahora acepto gustosa cualqu:.er género de muerte que la divina Provi-