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y a veces también la sal'Ud del. cuerpo. (si les conviene). • ALMA.-Respondiendo a vuestro ámo– roso silbld·o vengo presurosa a· cobijarme l>:i.j.o vuestro manto proteetor. A vues– tros piés benditos renace- la ca,lma, la conciencia se seréna y el alma cobra es,,. fuerzos para sufrir •los rigores y casti-• gos de la justicia miseric·ordiosi ae Dios, que todo lo ordena para nuestro bien. ¡ Qué bueno es estar baj~ tu manto, oh Madre mía, .al abrigo de las tei:npes– tades! Eres el arca de Noé en la cual todos los que entraron se vieron libres de las aguas dél diluvio. Eres. la ciudad de refugio donde nos ponemos a salvo de la fr,i de Dios justamente Indignado por nuestros pecados; y eres, en fin, oh María, ert tus. céleb~es imágenes y san– tuari'os/ la salud, el amparo y el consuelo de los •que a tí recurren. Cuando, púes, los hombres me per– sigan o calumnien, no quiero ir a buscar v,mo solaz y ·mezquino amparo en lM criaturas, sino que iré a visitarte en tu santo templo y allí, a tus 1>ies Y a los

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