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- 185 -- vicción, que penetraba los corazones, los elevaba y parecía darles alas. Ac1baba de sufrir una /operación do– lorosa. Ni una lágrima, ni un suspiro habían exhalado .sus labios. Yo fuí a visitarle, y al preguntarle si sufría mu– cho y si acept:1b·a con generosidad los do– lores por amor de Mai·ía, me echó al cuello sus brazo.s enflaquecidos por la. enfermedad, y, apretando su rostro con– tra mi cara, me respondió con -acento y sonrisa inefables: "Padre mío, sufro mucho, pero ¿ qué no se hará por tal maa.re?" ¡Expresión sublime que deberíamos repetir en todas nuestras penas,. en to– dos nuestros sufrimientos! ¿Qué no se hará por bl madre? ¿Nos cuesta el cumplimiento del de– ber?, ¿ nos incita la sensualidad, nos halaga el placer?, ¿tenemos un carác– ter difícil que soportar, una calumnia que olvidar?, digámonos: ¿Qué no se h::irá por tal Madre?lLombaerde, pág. 202) Súplicas y Letanías, pág. 205.

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