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-146 - tI mandamiento divino, huiste de la mi– rada de Dios, te entreg.:i.ste a pasatiem– pos y diversiones; pero yo te seguía a todas partes hasta el momento feliz en que reconociste tu falta y tu extravío y me pediste que te socorriera. ¿ No te acuerdas? Míralo en este cuadro. Al oír tu súplica, acerquéme a tí, soltó su pres:1 el lobo infernal, y yo extendí mis brazos para ncogerte, te abracé con– tra mi corazón y te dije: "Olvido tus infidelidades, yo cur:iré tus heridas, te conduciré a las aguas salvadoras de la penitencia, a los frescos pastos de m Sagrada Comunión, que poco a poc10 te devolverán las perdidas fuerzas''. Ahora, pues, muy arrepentida llora tus culpas pas:idas, dame gracias por mis desvelos y cariños, y ruega por las ovejas que aun viven alejadas de Dios. ALMA.-Misericordiosa Pastora, a vuestros piés lloro humildemente los ex– travíos de mi vida pasada. ¡ Oh, quién nunca hubiera of2.ndido a vuestro divi.-, no Hijo! Mas ya que no soy inocente,