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- 142 :___:_ EJEMPLO.-San Juan de Di-os, que había pasado la infancia siendo pastor de ovejas, al llegar a li juventud, ávido de aventuras, trocó el cayado por la es– •pada y sentó plaza de soldado en los reales de Carlos V, en guerri contra Francisco I. Un día tocóle al santo sa– lir en busca de víveres, capitaneando a un pelotón de soldados. Iba montado en -brioso corcel, mas he :iquí que éste se desboca y emprendiendo precipitada fu– ga da con el jinete en tierra, que quedó por largo rato sin sentido. Vuelto en sí,vióse cubierto de heridas, de sangre y de Jodo, y, lo que era peor, expuesto a caer en manos del enemigo. Un saludable temor emb'argó su ánimo y <elevando los ojos al cielo exclamó: ¡Oh Madre de misericordia, obtenedme de vuestro divino Hijo verme libre del peli– gro en que me hallo! Apenas dichas es– tas palabras, la Reina de los ángeles se le ap:ireció bajo la forma de una pasto– ra, e inclinándose le restañó la sangre que brotaba de sus heridas, le consoló e invitó a beber del agua que traía. Rea-

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