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-134 - Conoce muy bien el diablo esta fla– queza del hombre y por eso procura con todas sus mañas ponerlo en ocasiones de pecado, sabiendo que la ocasión hace al hombre ladrón, que puestos en ella caye– ron Adán y Eva, David y Salomón, el santo rey. ¡Oh! el demonio, amada ovejita mía, se esconde tras de aquellas flores de diver– siones que tal vez parecen inocentes; se oculta tras de aquella persona con quien tienes amistad, y al menor des·cuido te clavará su diente envenenado! Sabe que Satanás e& un pérro rabioso, pero encade– nado: y por eso puede ladrar, puede so– licitarte con los placeres y sus encantos, pero nunca podrá morderte si tu, incauta, no te acercas a él. Huye, pues, ovejita mía, de ese lobo m·aligno que no desea otra cosa que tu perdición. Este es mi primer consejo, que huyas de las oca– siones de pecar. Y cuando a pesar de tus esfuerzos pa– ra alejar de tí la ocasión, ella permane– ciere a tu l:ido, encomiéndate a mi pro-

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