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-125 ~ tros proyectos, trastorna nuestros desig• hios y embota nuestras armas. Sabed que si no hubiera' ella .. encadenado nuestro poder, habríamos ya destruído ;ía Igle– sia y extinguido la fe en las distintas categor~as de fieles que )a componen". Aprovechémonos de esta confesión for• zada del demonio y coloquemos toda nuestra confianza en María. Bajo su égida protectori ¿qué podemos temer? Ella tiene b·ajo sus pies la cabeza de la serpiente infer:nal y sujeta encadenado • a nuestro enemigo para que no nos dañe. (Lombaerde, pág. 245). Súplicas y Letanías, pág. 205.