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-123 - cuando el mundo, el demonio y la carne juntamente hablen a mis oídos palabras halagadoras, no me dejéis, Madre mía, no me desamparéis, que pereceré sin reme– dio, si me falta vuestra protección.- Ha– bladme entonces Vos palabras de fe, ver– dades eternas, para que con la fe tenga fuerza p_:i,ra resistír al demonio que ron– da en torno mío. Bajo vuestro amparo me acojo, Santa Madre de Dios, en mis necesidades acur– daos de las súplicas que ahora os dirijo y libradme de todos los peligros de alma y cuerpo, oh Virgen gloriosa y bendita. Bajo vuestro amparo me pongo, como la oveja se recoje por las noches en la cer• ca de su aprisco y b'ajo el cayado de su pastor que no duerme, sino que por ella vigila. La cruz haga huir al enemigo y en to– das mis tentaciones no se aparte de mis labios la invocación de vuestro santísimo, dulcísimo y poderosísimo nombr~. JACULATQRIA.-Señora, daos prisa en socorrerme. No me dejéis caer en la