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-10- que fué adquiriendo notable incremento, no solamente entre los moradores de Santa Rosa sino entre los de Cabudare, Yaritagua y Barquisimeto: la fiesta de la Divina Pastora se celebraba con toda pompa y magnificencia el 8 de septiem– bre, y en ese día acudían numerosos pe– regrinos a honrar a María en su santua– rio de la Divina Pastora. La devoción a tan dulce advocación de la Virgen, que habfa aparecido mo– desta como la violeta y envuelta en arreboles de misterio como la primera lüz de la aurora para crecer hasta con– vertirse en sol radiante de esplendores y bendiciones para Barquisimeto, recibió un¡¡. celestial confirmación en el terre– moto ele 26 de marzo de 1812, que tan terribles estragos causó en muchas ciu• dades de Venezuela. Debido al 'fuerte movimiento sísmico,- la iglesia de Santa Rosa se desplomó y quedó convertida en montón de ruinas; 'sin embargo, la naturaleza respetó al altar de la Divina Pastora, sus paredes y techumbre. Entre tantos escombros, erguíase incólume' só~ bre la peana de su altar la imagen de
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