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P. JOSE AGUSTlN MACKENZIE 95 mujeres, por ejemplo (aunque podrían ser más o menos también); allí se lleva, si acaso no la hay en el rancho, una caja o tambora, y todos ellos por la maña– nita toman un bocado (o comen algo) y se marchan a la parcela convenida, tanto hombres como mujeres; la mañana íntegra se la pasan limpiando el te– rreno; a las doce más o menos almuerzan, reanudan después sus tareas hasta la caída del sol; comen y descansan. A eso de las ocho de. la noche empieza uno de los indígenas a tocar la tambora; se beben los primeros tragos y se van cal– deando los ánimos hasta que se da comienzo definitivo al baile. Ordinariamente los nativos ricos mandan sus representantes al trabajo y al baile, que son por lo regular sus esclavas o sirvientes; hay· indias solteras que en buen número se asocian a estas limpiezas y bailes quizá en busca de matrimonio. Cuando el terreno de ese asociado ya está sin hierbas y sembrado, se tras– lada la fiesta al rancho de otro de los afiliados, y se .repite todo Cbmo en el caso que. acabamos de narrar. • Al es tar y a congregados en la noche los socios, al campo raso, en una ex– planada, todos los quince hombres y las quince mujeres se colocan en dos filas, o más personas si las hubiere, intercalados un hombre y una mujer, de tal suerte que en una de las filas quedan ocho hombres y siete mujeres, la una a la dere– cha y la otra a la izquierda; estas dos hileras se Jenfrentan. En cada hilera, a la cabeza, hay un cantor o cabecilla, hombre, que es el encargado de improvisar en nombre de los de su. bando; las l etrillas picarescas que hagan alusión al in– vierno, a la siembra, a los sufrimientos del trabajo. Toda la faena de· los demás bailadores estriba en moverse como unidad y en movilizarse velozmente, ba– lanceándose de un extremo al otro, en conjunto, simulando lo más exactamente posible el meneo y los gestos de fos animales que se trata de remedar ·en el baile, los fenómenos atmosféricos que el cabecilla insinúe en su improvisación. En este baile se imitan las más variadas hazañas y gestos de los animales; así, v.gr., se finge la lucha del zaíno con el perro celador; al gallinazo hambriento; la pesca de la tortuga; la culebra voladora; la cacería de los pájaros schochoin y pirigiri; imitan también la lluvia; simulan el frío; representart una>marcha mi– litar; la prisión de un inocente, que lo defiende uno de los cabecillas y la con– dena el otro; y ensayan también el matrimonio guajiro. Cuando el cabecilla can– ta, haciendo alusión a uno cualquiera de· estos temas, todos a una tiende_11 a remedar aquello; así v.gr;, si el jefe se refiere a cómo anda el cangrejo todos los danzantes corren abrazados hacia el Oriente y luego se dirigen al Occidente. Estas carreras así, a medio lado (como el cangrejo) traen por consecuencia que la pareja menos diestra cae, y sobre ella los demás, todo lo cual lo aprovechan hombres y mujeres para manoceos y desmanes, que excitan y los lleva a incon– tinencias, que suscitan en el guajiro episodios de mal sabor y de peores reper- cuciones en su vida hogareña. • Colocados en dos hileras los bailadores, ·comienza, .uno de los cabecillas dirigiéndose al otro: Tane (cufíado), te salml;o, ¿A qué has venido a estas tierras? Deseo ayu– darte. ¿De dónde vienes que há tiempos no te veía? Tengo gran placer de verte. El otro juglar contesta: .Guarecuz (amigo íntimo), vengo de las costas del Oriente donde se escu-

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