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P. JOSE AGUSTIN MACKENZIE 93 ímpetu hacia él; éste le saca una gambeta, y se qued~ en una postura heroica, desafiadora como el torero cuando saca un pase magistral al toro. . . Y en tal actitud lev~ta nuevamente la mano con sus abarcas y repite sonriendo: Jósei pusája mirua, tráeme a tu hermana menor ... ; grito desafiador que suscita en la india la vehemencia por derribarlo, herida en el amor propio, y que unas veces lo consigue y otras no. En un baile de CHICHAMAYA, efectuado delante del Señor Nuncio Angel Palmas, esta joven indígena, después de haberse anotado el triunfo de derribar por tierra a su compañero de baile, sigue contoneándose, satisfecha de su triunfo, en medio de los aplausos del auditorio, y de los vítores por el regocijo que invade a todos. Es común, dentro de este baile, que, cuando la mujer logra su triunfo, sea ovacionada por los circunstantes. Una vez que los bailadores están cansados, toma otro de los invitados la caja y sale una nueva pareja a hacer lo mismo que la anterior; y ya la carne de cabrito, la de res, de oveja, las arepas, el ron, la íschiruna se van agotando en– tre los circunstantes. Cada bailadora tiene derecho a una buena tajada de carne, llamada tasara; y cuando el ron se agota y todo va convidando a dormir o al descanso, cada cual coge su montante y se va. . . Así finaliza esta fiesta sin que hubiera mediado el más leve desorden, el más trivial irrespeto a la pareja. EL BAILE DE LA CABRITA La llamada cabrita es un baile soez y vulgar; es un relajo; y tanto, que nunca una mujer que se estime en algo, lo baila; y menos aún las guajiras de buenas familias. Por lo regular, de este festín de cabrita resulta casi siempre un purchi, o un matrimonio a la fuerza, o un pago por daño, porque • la •misma manera de juntarse los parejos para el baile, las figuras y meneos descomedidos;

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