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P. JOSE AGUSTIN MACKENZIE 89 sobrinos y sobrinas de la mujer, y no faltan criaditas y huérfanas en las casas de los ricos, como también esclavos. Suelen tener casi todos los ranchos su co– cina aparte, y una habitual enramada (que es un techo sostenido por cuatro o más puntales sin paredes) para recibir al ,viajero, y sestear en él. En la parte interior o cuarto del rancho suelen reposar los ancianos, los niños, los enfermos y las mujeres de parto, pues en la enramada y aun al aire libre suelen dormir los demás hombres. Sus dormitorios con hamacas, muy lujosas unas veces, y también chinchorros, elaborados por las mujeres de la casa; suelen arroparse con una sábana de dril, y muchos ricos usan mantas de lana o algodón. En la parte de dentro del rancho, en las horquetas, cuelgan grandes mochiloiles donde guardan sus ropas y demás prendas del vestir de la mujer. Dentro del rancho (y también en ranchitos aparte) tienen sus telares para hacer las hamacas, chin– chorros, sobrecinchas, fajas para los hombres, etc. En la parte de fuera hay al– gunos palos con horquetas, clavados en el suelo, y allí colocan calabazos hue– cos llenos de semillas de patilla, maí, auyama, algodón, ajonjolí y otras más para sembrarlas a su éebido tiempo. También andan por tierra las múcuras, alcarrazas o botijos rústicos, elaborados por los indígenas, para acarrear el agua; los pobres comen al suelo raso y los ricos en sus mesas. LA CHICHA La chicha entre los guajiros es como el pan o el arroz entre los civiliza– dos; es la comida diaria y abarca un estudio especial en su confección; en sí misma es una costumbre clásicamente aborigen. Ya hay muchas regiones en La Guajira en que no sólo no se toma la chicha mascada, sino que casi ni se co– noce; es más, ya va desapareciendo en los lugares donde más se usaba antes, debido a la labor de la civilización llevada a cabo por el Misionero. Hay dos clases de chicha: la común y corriente llamada újor, hecha de maíz cocido y molido, casi como una mazamorra ordinaria, menos espesa, en:– dulzada con azúcar o panela; ésta es la que suele brindársele al civilizado visi– tante, como si fuera un refresco; se puede decir que este es el alimento cotidia– no del guajiro. La otra clase es la clásica chicha mascada, tristemente célebre, que la toman más que nadie los trabajadores, aunque también muchos indíge– nas ricos y de alguna cultura. Se la denomina eirajushi, ischimna o también ínmenur. Su elaboración es la siguiente: Se cocina maíz; se muele, quedando convertido en finísima harina; se cocinan también muchas yucas especiales, de la clase llamada g u a y á m a r a y también m a t ú p a J a, que son yucas ve– nenosas, y cuyo tóxico se les extrae hirviéndolas; con la harina finísima se ha– cen unos bollos, se cocinan, y los mete en su boca una india, masticándolos y echando luego en una cazuela o recipiente esta masa aguada nauseabunda; hace lo mismo con la yuca venenosa guayárnara, que mezcla con la masa anterior, dentro del mismo, recipiente. A este revoltijo se le mezcla con una preparación • de agua de mamón o aceituna guajira (írma) que estaba fermentándose varios días, y así, todo revuelto, se le deja fermentar. El guajiro la apetece mucho porque le da fuerzas y lo emborracha; y es la bebída favorita del jornalero en los trabajos de limpieza de los campos. En ocasiones esta chicha se hace tam– bién de sólo guayámara, y cuando no se consigue se hace de maíz únicamente.
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