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P. JO.SE A~iJSTIN M:ACltl!NtIE 81 ra de esa Madre por Excelencia, la Virgen María; más aun sí encontramos fra– ses como las del Arcángel San Gabriel, en su Anunciación, donde le dice: "Ben– dita tú entre todas las mujeres". Luego, no alcanzamos a comprender, porqué nuestros hermanos silencien por completo a esa criatura: María, que fue nada menos seleccionada por Dios, para Madres de su Hijo Humanado: Jesucristo. Nuestros hermanos separados no quieren saber nada de María, la mir~ como algo vitando, y le retiran el cariño de sus adeptos, a la que fue y sigue siendo el objeto predilecto de Dios: María. Aprovechando la Ley del Parentesco guajiro, en su parecido al bíblico, al de Israel, voy a copiar textualmente una nota aclaratoria de la Ley del paren– tesco Judiaco, que aparece en la Biblia de Autores Cristianos, y que, en su página mil diez, al comentar el Evangelio según San Mateo, en el Capítulo 12, Versículos del 46 al 49 e inclusive, que prueba muy a las claras que María sí fue Vírgen toda la vida; que no tuvo más hijos que Jesús, y que ellos (nuestros hermanos separados) deberian estudiar conciezudamente, para practicar la Bi– blia, como es la Biblia realmente. Dice la nota: "Encontramos aquí por primera vez la mención de los hermanos de Jesús, a los que se alude en San Marcos 6,3, San Juan 7,3. Act. 1,14; Corintios 9,5, no han faltado herejes que, basán– dose en esta denominación hayan querido atacar la Virginidad de María, su– poniendo que ésta tuvo otros hijos además de Jesús. Para entender estos pasa– jes Bíblicos debemos tener en cuenta que hermano en la Biblia tiene el sentido amplio de pariente, primo, sobrino, además del específico de hennanos. La razón de esta ambigüedad radica en el hecho de que en hebreo y Arameo no hay término equivalente para decir primo, y así el vocablo hebreo !aj designa muchas veces al próximo pariente. Tenemos el caso de Lot, al que se le llama hermano de Abraham (Génesis 14,14) cuando en realidad era sobrino de éste. A Jacob se le llama hermano de Labán, y era también sobrino. Casos similares se leen en I Par. 23,21-23; Re. 10-13. Por consiguiente, nada tiene de parti– cular que en la Catequesis primitiva Aramaica se llamase a los parientes o pri– mos de Jesús hermanos, y los traductores griegos traduzcan el vocablo semítico por hermanos (adelfas), como lo hicieron los LXX para el Antiguo Testamento. Por otra parte, nada en los relatos evangélicos sugiere que María,. la Madre de Jesús tuviera otros hijos además de éste. Al contrario todos los indicios prue– ban que María no los tuvo. Así, cuando Jesús fue hallado en el templo a los 12 años de edad, aparece, como Hijo único de María (Lucas 2,41). Los habi– tantes de Nazaret hablaban del Hijo de María (San Marcos 6,3) lo que indica que no conocían otro Hijo de María. Por otra parte jamás .en los evangelios aparecen la designación de Hijos de María aplicado a los supuestos hennanos de Jesús. Además, debemos anotar que los hermanos de Jesús aparecen en los Evangelios como mayores que Jesús en edad, pues se permiten aconsejarle so– bre .su misión (San Juan 7,3-4) y tratan de orientar el Ministerio de Jesús en beneficio propio (San Marcos 3,21) y, finalmente, otro indicio claro de que María no tenía otros hijos es que, al morir, Jesús confía su Madre al cuidado de San Juan (Juan 19,26,27), lo que no es concebible si Jesús tuviera otros hermanos verdaderos. Supuestos estos datos, debemos concluir que los herma– nos de Jesús, son sus primos. Y pueden ser primos de Jesús por parte de su Padre legal José, o de María. Conocemos los nombres de los que se decían hermanos de Jesús: A saber: Santiago, José, Simón y Judas (Mateo 10,3). Ahora bien, María de Cleofás pudo ser hermana de la Virgen o de San José, o bien Cleofás pudo ser hermano de San José (Es la opinión de Hegei;ipo, Obis-

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