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CAPITULO TERCERO LEYES Todos los pueblos necesitan de leyes para gobernarse; el guajiro tiene también las suyas, acordes precisamente con su idiosincracia. En ocasiones po– dríamos considerarlas como sólo costumbres; empero, para el guajiro la cosa más pequeña y baladí se convierte en enormemente grande, y, por ella, po– derse hasta llegar a una hecatombe; por eso las estudiamos dentro de las leyes, a más de que .el nativo las llama leyes, aunque en la práctica no fueran sino simples tradiciones. NOCIONES PREVIAS Existe verdadera -qnidad de costumbres entre los guajiros, y,. por idéntico motivo, sus leyes son comunes en todo el territorio, aunque en los lugares más civilizados aquellas costumbres, •que son un tanto deprimentes para el nativo, él mismo se ha encargado de eliminarlas; así, por ejemplo, ha:y .sectores en donde ya el guajiro no se embriaga con chicha mascada, sino con otras bebidas menos deprimentes; otras, en que la mujer tiene sus hijos con el civilizado, mestizo, y aún con el indígena puro, sin que para ello tenga que intervenir el riguroso cobro por matrimonio, y cosas parecidas. • También es útil saber que en La Guajira entre los indígenas puramente tales, la jµsticia no se administra recurriendo al dictamen de un Jefe o Juez, sino que cada individuo de por sí tiene derecho a exigir el cumplimiento de cada ley a quien la infringió perjudicándole sus intereses materiales y mora– les; no precisa, pues, que el Jefe. sea consultado en todos los casos, ni mucho menos que dé su dictamen; la ley guajira es algo automático: Quien la hace la paga o sus familiares; pago, o lucha. Al jefe de la casta no se le considera ni especulativa ni prácticamente con poder coercitivo; más aún, no lo tiene; su dictamen no suele emitirlo por sí solo, ni siquiera en los casos 'su~gidos en su casta; sus co-familiares no son súbditos suyos en ley guajira; es Jefe, porque alguno debe llevar la palabra en las contiendas, pero nada más; no es sino un mero indicador de la sanción, si bien· que, ya empeñadas en la lid dos castas adversarias; asume la responsabilidad de Superior, y todos siguen su dictamen militarmente. En las luchas y problemas importantes el Jefe siempre consulta a los hombres más salientes de su misma casta, y entre todos llegan a un acuer- do común en sus decisiones. • El guajiro sabe que existe la ley, y que debe ser cumplida, de modo que toda su fuerza estriba en esa exigibilidad. El cargo es vitalicio, y casi siempre se acepta como Jefe a quien tenga facilidad de palabra, entereza de carácter y resolución; nadie nace Jefe; se forma por sus méritos. En un conflicto, a él es .ª quien corresponde llevar la voz y defender su casta; y sus habilidades son las

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