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68 ASI ES LA GUAJIRA a largos v1a1es, la cual .le da un aspecto de mayor esmero. Esta manta suele ser de dril grueso, más o menos del tamaño del dueño respectivo; tiene de ancho como dos varas; posee tres aberturas: la una redonda, sin escote, por donde mete la cabeza, y va ribeteada con una trencilla casi siempre de color; la otra abertura también redonda y ribeteada como la anterior, por donde po– dría caber el brazo; la última, propiamente no es tal, sino que han dejado de hecharle la costura hasta abajo. Al an dar e l indígena, cuando le da la brisa de frente, se le forma una especie de bolsón en las espaldas, por efecto del aire que se cuela por la abertura delantera, pero que se escapa luego por la posterior, y parece algo así como los manga-veletas de los aeropuertos, porque lo lleva· 1evantado y lleno de aire siempre, ya que el orificio de salida es más pequeño que el de entrada; esta confección le permite al guajiro llevar siem– pre fresca la espalda. Hay indígenas que se adornan el cuerpo con collar de cuentas de oro, intercaladas con otras pepas negras o de color. Llevan en su cabeza casi siem– pre un cordoncito amarrado en toda su redondez, y de tal suerte que le da al cabello una figura acampanada; a este cordoncito llaman yárugu; y también se ponen por lo común en la frente un pañuelo enrollado y dejando siempre el centro de la cabeza descubierto; a este pañuelo, como también a otro redondel cualquiera que haga sus veces (v.gr., un aro de paja) le llaman tequiárugu; usan también para las fiestas y largos viajes este tequiárugu, coincidiendo con el cen– tro de la frente e incrustada en el aro de paja del sombrero, una varillita del– gada, de madera redonda, de un palmo de largo y que casi siempre es de una madera dura que se llama urrache; tal varillita lleva atravezada, un poco antes del extremo, un palito a modo de patíbulo, de suerte que resulta una figura como de cruz, la cual empata con hilaza de colores, quedando una forma de rombo, a la que va adherido un penacho de plumas multicolores que le da un aspecto de majestuosidad al guajiro, cuando lo lleva puesto. Este adorno últi– mo, en conjunto con la tequiárugu se llama tequiara. Una carrera de caballos, adornado el guajiro así, reviste un aspecto de suntuosidad atrayente. En los pies lleva el guajiro una especie de abarca o cotiza de cuero que llaman cuttira, que consiste en dos suelas juntas (a veces una sola) con tres agujeros, dos a los lados del empeine y el otro entre el dedo mayor y el ante– rior; por cada agujero pasa un cordel de cuero, de tal modo que estos tres cor– deles rematan en un nudo, cada punta por la parte debajo de la suela. Hay ricos que usan cotizas elaboradas por los civilizados, y más abrigadas. Esto en lo que respecta al varón. La mujer guajira tiene también su indumentaria típica: Cuando llega la niña a los doce años de edad, y so pretexto de que adquiera buenas formas le ponen en la cintura una faja de varias pulgadas de ancho, hecha de cuente– citas de semillas de árboles, ensartadas en hebras de hilaza; esta faja se llama sñrap, y el civilizado la pronuncia sirapo. Una prenda parecida a ésta, pero más ancha, la usa toda india de cualquier edad o condición, ya que ella viene a hacer las veces de síira en el hombre. El guayuco que usa la mujer viene a hacer el mismo papel que en el varón, pero es más largo y más ancho; es 'algo así como una toalla grande, pero sin flecos. El nombre genérico de este gua– yuco de mujer es usí; pero cuando ella lo designa como pieza íntima del vestir suyo, le dice taicte o taiche, según la región.
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