BCCCAP00000000000000000001786

62 ASI ES LA GUAJIRA de honor para sus ascendientes y demás familiares, que, quebrantada, podría dar por resultado el exterminio parcial, si no fuere total, de su casta. Muy poco incestuoso y adúltero. El guajiro se diferencia de sus coterrá– neos, más que por su nombre, por su casta o familia; y precisamente para evi– tar el incesto o unión matrimonial con sus propios parientes, elige de ordina– rio cónyuge de casta distinta de la suya; o de igual casta, pero de troncos muy lejanos en el parentesco. Es rarísimo (y desde luego nial visto entre ellos) que puros indígenas se enlacen con parientes cercanos; con todo, entre mestizos este cruce es más frecuente. El adulterio en la mujer guajira ha sido tan ajeno a esta raza que el pri– mitivo legislador ha dejado estampado su horror en una ley drástica, pero de una moral sin precedentes. Quiso el ancestral curarse en salud a tiempo, para que la mujer no imitara sus desórdenes sensuales, y dejó una ley que lo res– palda en las largas ausencias de su hogar; que fuera como la contraseña y se– guro para la duración del mismo; esta norma es el cobro por adulterio, que analizaremos al narrar las leyes guajiras. Así pues, por ella se puede asegurar, casi sin ambages, que la mujer guajira es de las más fieles a su marido; y no desconocemos el alcance máximo de esta afirmación nuestra, sino que com– prendemos que, así como no era frecuente en las mujeres judías el adulterio en tiempo de Nuestro Señor Jesucristo, por la dura sanción de ser apedreadas las adúlteras, así también la mujer guajira evita serle infiel a su marido, por no exponer a sus padres, hermanos y demás familiares, a la devolución de la dote que él dio al eféctuarse el matrimonio. En ley guajira no es al hombre a quien toca decidir cuándo se dio por roto el vínculo; es a ella, y esta ruptura sólo es real al producirse el adulterio de parte de la mujer y efectuarse la devolución de la cuantía matrimonial. Sencillo. Pues se allana a todo y está exento a toda doblez. El guajiro que exterioriza su amistad a alguien, le es fiel indefinidamente. Muy independiente~ resuelto y valiente. Todo esto le da un rertombre de bizarría y superioridad. Estas son unas de las cualidades más salientes del mo– rador de La Guajira, típicamente suyas, que ni la Conquista, la Colonia, la Independencia ni la República han logrado quitarle. Tratándolo a fondo nos damos cuenta de que su altivez es uno de los motivos contundentes porque, a través de tantos años de tenaz esfuerzo de los misioneros capuchinos para civilizarlo, el guajiro permanece todavía resistiendo a la cultura definitiva. Es– tas cualidades de independencia, resolución y, valentía son y seguirán siendo, para muchos lustros más, la causa de su no incorporación plenaria al consor– cio de los pueblos civilizados. También las condiciones de su suelo, la falta de agua abundante, los escasísimos medios de subsistencia, marchan de brazos con la autáquica psicología del hijo de la •pampa, manteniéndolo atado a su estado inculto. Es cosa cierta que si el padre o la madre de una guajira se opo– nen, por ejemplo, a su libre obrar, la muchacha se ahorca con la mayor sangre fría; sostiene su determinación aun a trueque de su propia existencia, que es Jo más caro para el guajiro. De ahí que, cuando se trata de abrazar un estado, de trasladarse de un lugar a otro, de asociarse a tal o cual familia o de diso– ciarse de ella, en una palabra, hacer cualquier cosa de alguna importancia que cambie el marco de la vida cotidiana, los padres del niño o niña siempre se

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz