BCCCAP00000000000000000001786

P. JOSE AGUSTIN MACKENZIE 59 sugestión de su poseedor, quien lleno de confianza en el éxito, se lanza a su aventura, consiguiendo muchas veces lo que se propone. El optimismo es el mejor de los contras. Es interesado. Cuando el guajiro trata de hacer algún serv1c10, algo va. buscando de soslayo. Todavía no entiende él eso del placer de hacer el bien por solo hacerlo, o mirando a Dios. . Apasionado en el amor. No se podría afirmar enfáticamente cuándo un guajiro quiere y cuándo no. Ama a una mujer todo lo apasionadamente que se quiera suponer; y por hacerla suya arrostra todos los peligros y dificultades ha– bidos y por haber, y, sin embargo, a la semana de casado no tiene el menor inconveniente ni reparo en irse con su ganado a otra muy distante región, sin su mujer; y permanecer separado de ella semanas, meses y años sin preguntar a nadie siquiera algo de su esposa. Tiene sus descendientes; y con la mayor na– turalidad acepta que su hija se separe de él y se arrime a vivir con la tía, sin preguntar por ella largo tiempo. En cambio cuando alguno de los suyos cae enfermo, su desvelo .sube de punto, hasta no escatimar ni gastos, ni privacio– qes, ni sacrificios; por verlo pronto restablecido. Jamás hemos visto a un guajiro besar a su esposa o hijos publicamente; sus. manifestaciones. de afectos son reservadas excepto cuando el varón está embriagado o tomando.. Muy poco celoso. La ley del cobro por adulterio, tan. dura y estricta como todas la de La Guajira, ha creado en el nativo una confianza absoluta en su consorte, hasta tal punto, de tomarlo del todo muy poco celoso. El guajiro se ausenta del rancho hogareño por largas temporadas, y no se le ocurre pregun– tar ni quién estuvo .de visita en su hogar durante esa estada larga distante de su ca,sa. La mujer es menos celosa aún, pues muy frecuentemente acepta la convivencia, bajo el mismo rancho hogareño, de otra u otras amantes del pro– pio esposo o marido; por desgracia, en más de una. ocasión estas mujeres son hermanas entre sí. Más, cuando se da el caso de excepción, la india celosa llega al extremo de ahorcarse por los celos. El varón es polígamo por costumbre, pero la mujer suele serle muy fiel~ El único freno que domina las. ·pasiones sensuales del hombre es la religión cristiana; A medida que los pueblos tienen por oriente el santo temor de Dios, son más castos y moderados. La. sociedad sabe prácticamente que eso que mu– chos llaman civilización; libertad de conciencia, no es más que un modo cínico de. ocultar grandes crímenes; o, lo que es peor, tratar de hermanar en un mis'– mo salón, la honradez y la deshonra; la virtud y el vicio; lo justo y lo injusto; el matrimonio católico y el civil o concubinato. Se han separado mucho los pueblos del santo temor de ios y, como consecuencia, el reinado· del Mal se difunde.. La sociedad así lo ha tolerado,· así lo ha fomentado, así lo ha prac;. ticado, y es por eso por lo que apenas si queda algún baluarte en el mundo, alguna nación que no se haya dejado inficionar por el vaho pestilente de la lujuria, entronizada en las grandes ciudades y en los pueblos que se dicen mar– char a la cabeza de la civilización, como algo exigitivo de la naturaleza huma,. na, como una necesidad fisiológica, como un deber; cuando no hay tal. Se es,.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz