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18 ASI ES LA GUAJIRA Así es La Guajira. Tal es el titulo de una obra, cuya ficha bibliográfica reza así: Barranquilla, Reverendo Padre José Agustín Mackenzie Misionero Capu– chino, Así es la Guajira. Barranquilla Empresa Litográfica, s. A. 1946. 291 págs. Tamaño 23 X 17 cms. Con la claridad y sencillez franciscana que brilla en el título del libro, hace nuestro hermano de hábito, vecino de fronteras y colega en tareas misionales, el más completo tratado etnográfico de los indios guajiros. Digamos, para reco– mendación del mismo, que no es trabajo de un aficionado ni de un explorador sino el fruto de ocho años de convivencia con los indios. El espíritu de observación o curiosidad y el don del amor que son los dos principios necesarios a todo etnógrafo e indigenista verdadero le rezuma al Padre Agustín en cada una de las lineas de su obra: de ahí el gran acierto con que va hilvanando y tejiendo los ocho capítulos que forman la trama de esta monografía. Plenamente recomendamos la lectura de la obra a los gobernantes e indi– genistas y, en general, a todos los amantes de los indios, seguros de que no que– darán defraudados y, muy al contrario, adquirirán nuevos conocimientos; y algún aprecio y cariño les ha de prender en el corazón al contacto del gran amor que este misionero manifiesta a sus conterráneos y civilizados. No importa que el libro se ciña a la descripción de La Guajira colombiana: los elementos geográficos y humanos y los problemas culturales y sociales son los mismos aquende y allende una frontera que prácticamente no existe para el trasiego humano. Este trabajo no es el primero, hecho por los Padres misio– neros de aquella región colombiana; pues ya anteriormente habían publicado otros varios estudios históricos lingüísticos tales como Catecismo Hispano-Goa– jiro; Nociones elementales del idioma Goajiro, por el Padre Esteban de Uterga; Historia de la Misión de la Goajira, Sierra Nevada y Motilones, por el Padre Eugenio de Valencia; Guia Goajiro, por el Padre Angel de Carcagente, etc. Tampoco será, Dios mediante, el último, pues nos consta que tienen en prepa– ración muy próxima estudios lingüísticos de gran importancia para el conoci– miento del idioma guajiro. A fuer de sincero, he de oponer dos pequeños reparos al Padre José Agus– tín Mackenzie Useche, en lo que él dice sobre el uso de la lengua guajira entre los y las que demasiado saben de castellano y la conservación de sus típicas indumentarias. Estos dos hechos que demuestran lo apegados que son los gua– jiros a su tradición, lejos de ser lamentables, la honran en gran manera. Sin duda que los desnudos deben vestirse, pues se trata de simple decencia; pero los vestidos no tienen por qué cambiar su antigua usanza por la vestimenta europea; y mucho menos las guajiras, vestidas con tanta elegancia y decencia. Del mismo modo, los indios deben ir aprendiendo nuestra lengua castellana sin despojarse u olvidarse de la que mamaron con la leche, pues el saber no ocupa lugar ¿No se propugna hoy en América el bilingüismo en el sentido de que todos los del habla española aprendamos inglés, y todos los del habla ingle– sa aprenda el castellano, por ser predominantes en el uso y necesarios en el intercambio? Sean, pues, los indios igualmente bilingües, conserven sus mane– ras típicas y tendremos la belleza de la variedad en la unidad". Fray CESAREO DE ARMELLADA •Misiónero Capuchino de los indios motilones del Perijá
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