BCCCAP00000000000000000001786

16 ASI ES LA GUAJIRA ckenzie Useche hace un interesante resumen de las leyes-costumbres. Aunque tienen un. fondo que va más allá de la pueril interpretación de las gentes vul– gares, es indudable que las leyes siguen teniendo como base la fuerza, la rique– za o la astucia. En realidad, toda legislación se basa en estos principios, pero en el mundo civilizado se le da el nombre de Derecho. Su legislación es por demás curiosa y puede decirse que todos los problemas del indio están previstos en ella. Hay ley del cobro por derramamiento de sangre en el primer parto; ley de cobro por ofensa· en un lance amoroso; por un mal consejo o calumnia; por adulforio, por heridas, por perjuicios a los animales, etc. Los matrimoniós, el pago de un crimen, el rapto de una mujer, el dominio sobre una casta, todo puede .ser solucionado con un determinado número de reses. La mayor dificul– tad para incorporar a estos treinta mil guajiros al ritmo de la civilización es– triba principalmente en su carácter de pueblo nómada errabundo. La dura se– quedad del terreno los obliga a realizar periódicos traslados de aldeas. El agua es un elemento que dispone sus, existencias. Durante los largos veranos se ven las yermas pampas guajiras recorridas por numerosas caravanas de ganados, perros flacuchentos, acémilas cansadas, hombres, mujeres y niños silenciosos, en busca de mejores lugares. Auyama, Castilletes, Chimare, Taroa y otras, son aldeas que van en continua decadencia. Ni un solo pueblo de cierta importancia se ha podido crear en La Guajira en más de treinta. años de abnegada misión apostólica. Muchos indios permanecen en el litoral dedicados a la pesca, la caza de tortuga y la ya rara búsqueda de ostras perlíferas. En otro tiempo Riohacha y .La Guajira produjeron quintales •de finas perlas que causaban la admiración de los monarcas europeos. El afán de rapiña de los pocos alemanes que inter– vinieron en la conquista de América les llevó a la costa guajira. Allí se situaron intermitentemente Alfinger, Federmán, Spira y otros, para dedicarse a la ex– plotación de este negocio, empleando como buzos a los indios. En 1855, el célebre geógrafo francés Eliseo Reclús visitó la península gua– jira y describió amenamente las costumbres de los indios. Sus impresiones tie– nen ese encanto que les da la mezcla de la verdad· con la mentira ingenua, tan frecuentemente usada por lcis viajeros europeos de los siglos pasados. Pero Re– clus, como buen viajero y buen humanista, logró retener en sus páginas los rasgos más sobresalientes en esta raza indómita: "Los Guajiros son hermosos -escribiá- y no creo· que en toda América se pueda encontrar aborígenes que tengan una mirada más fiera, andar más imponente y formas más •escultura– les". En efecto, no constituyen una raza degenerada,' como suelen ser las cas– tas indias del resto del país. Sus cuerpos musculados delatan en seguida al pescador, contrabandista o al nómada que recorre incansablemente grandes distancias. No es este el momento para analizar lo que debiera ser la obra de redención económica y cultural de La Guajira. Fray José Agustín Mackenzie Useche, co– nocedor a fondo del problema, apunta consideraciones que no debieran echarse en saco roto. Quizá con la lectura de esta obra pudiera adoptarse un criterio político que acometiera esta empresa con mayor eficacia que hasta la fecha. Mucho han realizado ya los misioneros capuchinos en su Orfanato de Nazaret, pero el Gobierno colombiano no puede desatenderse de su ayuda. Los indios Guajiros pueden constituir un aporte humano de calidad superior al de cual– quier inmigración de •tipo comercial o agiotista como suelen resliltar tina buena parte de los extranjeros que llegan a Colombia. En la península guajira hay un enorme filón de riqueza humana que debe incorporarse cuanto antes a la .comu– nidad social y a la riqueza nacional. Esto es lo que nos revela a cada momento la lectura de las luminosas páginas de Así es La Guajira, que hemos querido comentar en estas modestas líneas". ANTONIO ESCRIBANO BELMONTE

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz