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14 ASI ES LA GUAJIRA CRITICAS Y COMENTARIOS A LA PRIMERA EDICION DE ESTE LIBRO El doctor Lucio Pabón Núñez, actual· Ministro de Educación, escribió lo siguiente: "En estos días la prensa del país ha hecho sonar el nombre de nuestra pe– nínsula guajira, en atención a un proyecto de ley presentado al Congreso por el ilustre Representante Víctor Dugand, y a los clamores que sobre la necesidad de agua llegan de aq:uel lejano territorio. Pero nada o poco se ha dicho acerca de un sencillo volumen que esá circulando con este título: Así es La Guajira, del que es autor el Padre capuchino José Agustín Mackenzie Useche, misionero co– lombiano, perteneciente a una apreciabilísima familia de la capital atlantiquense. Por cierto. que en este libro hay varias páginas destinadas a probar la opinión contraria a la del Doctor Dugand, quien se empeña eruditamente en sostener que lo correcto es decir Goajira, y, por lo tanto, quiere que se hagan las modifi'." caciones atinentes en nuestra legislación.. • El mérito de la obra . a que nos referimos no consiste en los primores del estilo, sino en el acopio de dat<>s en torno de la geografía y de la raza guajiras y en el propósito patriótico de encaminar el cuidado de los gobernantes hacia los problemas de aquella comarca. Conocedor completo del tema, como que lleva más cte,cttez años de estar en contacto permanente con él, el Padre José Agustín Mackenzie Useche, nos ilustra sobre la conformación física de la península, sus posibilidades económicas, sus fallas para el trabajo, y sobre los orígenes, usos, preceptos legales y demás caracteres del pueblo guajiro. Uno de los más inte– resantes capítulos es el dedicado al relato y comentos del derecho consuetudi– nario que regula la vida de los indígenas, derecho en el que brillan aciertos so– ciológicos, reflejos sin duda de la ley natural. Entre los puntos que sorprenden a los civilizados en las normas jurídicas de los guajiros está el de la obligación que tiene el ofensor directo o indirecto de pagar al ofendido una indemnización consistente en animales, medida que, según lo anota el autor, ha contenido con eficacia los ímpetus belicosos de aquellas castas. Pero, a pesar de todo, subsisten prácticas, como la de la esclavitud, que nos hacen pensar en que se requiere aún mucha labor para humanizar las costumbres de los pobladores de La Guajira. En esa empresa viene haciendo prodigios de apostolado los Padres Capu– chinos, que también han hecho esfuerzos admirables para llevar el mayor nú– mero de factores de progreso material a nuestros apartados compatriotas. Los orfanatos son unos de los medios más provechosamente utilizados para la incor– poración de los indios en la vida de la República. Para dar feliz término a la conquista de la niñez y de la juventud guajira, faltan otros institutos, como una escuela complementaria de artes y oficios; faltan comodidades en los centros urbanos; faltan instrumentos de diversa índole para dar impulso a la agricul– tura y mejorar la ganadería. Naturalmente, este programa se lleva a efecto mediante partidas de consi– deración en el Presupuesto Nacional. Hoy esas sumas son escasas; los capuchi– nos se han visto demasiado restringidos en sus iniciativas por la decreciente

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