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156 ASI ES LA GUAJIRA instintivamente por cubrir necesidades de todo ser humano, recogían en pilitas esa sal, y, consumida una parte en la alimentación familiar, vendían al transeun– te, el resto. Pasaron los años y más años; la fisonomía de Manaure mejoraba, por el atractivo de la sal, y en un buen día, se estacionó allí gentes de buena vo– luntad y pescadores. Del indígena se transmitió al mestizo y luego al civilizado el comercio de la sal, y ya la preocupación fue de mayor alcance, hasta pro– veer a Riohacha y La Provincia, de sal de Manaure Fue nombrado Administrador de las Salinas de Manaure el Capitán Lon– doño Villegas, porque lo era de las salinas del Atlántico; así las cosas, Londo– ño Villegas, representante del Gobierno Nacional, como Jefe de las Salinas del Atlántico, se preocupó por darle a las salinas un aspec~o de algo técnico y .lu– crativo, y fue entonces cuando hizo construir en Manaure .. dos grandes tambos o salones, para vivienda del indígena, durante la explotación y de enormes bo– degas capaces de almacenar más de quinientos mil sacos de sal. Sin embargo, el indígena guajiro no utilizaba. dichos tambo~ para dormir, por temor a encon– trarse en ellos con enemigos de su casta, ya que a la explotación concurrían de toda la Guajira y de todas las castas; los indígenas dormían (y aún ahora lo hacen) a las afueras de la ciudad, al amparo de cualquier matojo, y allí colga– ban sus chinchorros, de los raquíticos arbustos que crecen en sus inmediacio– nes; a las sombras minúsculas de esos arbusticos, también pasan los rigores de un sol canicular de mayo y junio· Londoño Villegas mejoró las charcas de es– tas salinas, como representante del Gobierno Nacional, quien hacía sus conce– siones a personas particulares, como, por ejemplo, lo hizo con Don Luis Cotes e Hijos, quienes, por largos años, disfrutaron de estas concesiones. Por fin, el Gobierno Nacional tuvo el acierto de estudiar con detención y cuidado la manera más técnica de aumentar el rendimiento de estas salinas, para lo cual celebró un contrato con el Banco de la República, a raíz del cual las salinas de La Guajira pasaron a la administrción delegada del Banco, admi– nistración que duró veinticinco años, para pasar a la administración del IFI, quien en la actualidad impulsa esta magna obra. Desde que· el Banco de la República comenzó a actuar, las salinas de Ma– naure recibieron una transformación absoluta y perfecta, acorde con la per– fecta organización de dicho Banco, cuya rectoría ocupaba en aquel entonces el concienzudo estadista Doctor Luis Angel Arango, y la subgerencia el atinado y pulcro caballero Doctor Pedro Manuel Arenas. La concesión de Salinas fue puesta en las manos del bien conocido y prestante amigo Doctor Carlos Gómez Martínez. Con· semejantes portaestandartes de la capacidad, consagración al tra– bajo, honorabilidad, el Banco de la República marchaba sobre rieles, y todo iba en auge, uniendo al personal humano, las condiciones de dichas salinas, ya que se ha comprobado que las salinas productoras de la mejor sal, son las que reci– ben aguas de bahías o albuferas, ya que, al bajarse la marea solamente salen las aguas superficiales, quedando en las charcas la cristalización sólida de la sal; esta cualidad tiene la sal de Manaure. Antes, o mejor dicho, a poquito de estar actuando el Banco de la República en las salinas, se producía por cose– cha una cantidad más o menos de doscientos cincuenta mil sacos de sal, de 62 kilogramos, y, como son dos las cosechas del año, se duplicaba esta canti– dad anualmente. Hoy' en día, el Banco de la República logró, con la técnica de sus ingenieros y en general de todo ese personal de inmarcesible recuerdo,

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