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P. JOSE AGUSTIN MACKENZIE 155 plaza el Mayor retirado del Ejército Don Sergio Leyva A., siendo Gobernador del Magdalena, hizo levantar un elegante obelisco dedicado a la Bandera de Colombia, de veinte metros de altura. De esta plaza parten ocho avenidas, de– nominadas así: Alfonso López Pumarejo; Bolívar; Rondón; Victoria; Los Gua· jiros; Bogotá; Arita-Aimarú y La Marina. El Ejército tiene su Cuartel en la plaza; hay un busto del General Francisco de Paula Santander, Padre de las Leyes. •• Frente al obelisco se levánta la Iglesia, muy capaz y construída por los Padres Capuchinos italianos y tiene Cuasi-párrpco estable· Uribia tiene acceso por caminos catreteables, y ojalá que el que la pone en comunicación con Mai– cao, fuera algún día pavimentado; tiene acceso a dos puertos de mar, a saber: A Manaure, a 22 kilómetros; y a Auyama, a 16. La gran dificultad está en que, apenas caen las lluvias, se toman intransitables estas vías. Se puede ase– gurar que, mientras el Gobierno Nacional y Departamental sostengan las ins– tituciones oficiales, que actualmente existen en Uribia, será mejor su progreso, porque, si las retiran, hay mucha posibilidad de que desapareciera la ciudad, ~una de la Comisáría. Hacemos votos porque no desaparezca. MANAURE Esta población, teóricamente la segunda en importancia y prestigio de la Península, es, en perspectivas y _-rendimiento; para el Erario, la primera. Estriba toda su importancia en sus salinas, que son consideradas como las terceras en el mundo, siendo las de Méjico las primeras y las de los Estados Unidos las segundas. Sin embargo, .estamos absolutamente persuadidos de que si se lleva a cabo el ambicioso plan de explotar también el IFI, las salinas de Bahíahonda, Colombia tendría LAS PRIMERAS SALINAS DEL MUNDO. Animo; pues, que debemo~ ser los primeros en el mundo, en algo. Manaure puede tener unos dos mil habitantes, pero, durante la explotación, se triplica su población máxime la indígena. Se divide en el Manaure viejo y el Manaure nuevo; el viejo, está constituído por viviendas anticuadas, interca– ladas unas cuantas modernas. El Manaure nuevo, sí presenta la fisonomía de una población construída técnicamente. Sin riesgo a equivocamos, todo el pro– gresó, todo el confort; todo lo que está diciéndole al turista que Manaure vale la pena, se le debe al Banco de la República, a través de dos personajes de feliz recordación, a saber: El Doctor Rafael De la Calle; y el Doctor Edgard Mon– dragón. Desde luego, al pasar del Banco de la República, la administración al IFI, .esta institución lleva el mismo ritmo, las mismas orientaciones, y el mismo interés que el Banco de la República. Antes_ de dejar consignado aquí el por qué de nuestros elogios a esos co– losos del cumplimiento de sus deberes: De la Calle y Mondragón, demos una mirada retrospectiva a la génesis de estas salinas, para enfocar la obra colosal del Banco de la República y así justipreciar su alcance y el porqué de este me– ritísimo reconocimiento á esta institución de nuestra Patria. Las salinas de Manaure eran el flujo y reflujo de las olas del mar, que, empozadas, con el sol canicular de mayo, cristalizaban; los indígenas, atraídos
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