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P. JOSE AGUSTIN MACKENZIE 147 jamás; y son muchos, por desgracia, los que no vuelven. . . o pasan a la nación hermana, a ser elementos onerosos al fisco de· otro país, al ingresar a sus co– legios. ¿Les podríamos exigir el día de mañana a estos jóvenes que se llamaran necesariamente ciudadanos colombianos, si Colombia no atendió a su civiliza– ción y cultura? ... No creo; y lo peor no es sino que ellos mismos lógicamente tienen sobrados motivos para resentir de nuestro Gobierno. De otra suerte no se explicaría cómo siendo tan insignificante la faja de La Guajira que corres– ponde a Venezuela, se pueda concentrar en las inmediaciones de Maracaibo tal cantidad de guajiros, que se les haya formado una especie de pueblito lla– mado Siruma, y cómo las apellidadas materas (fincas venezolanas) del Zulia hasta Perijá estén repletas de guajiros, acaso hoy apellidados venezolanos. No es razonable sangrar el erario ajeno, pudiendo atender nosotros mejor los in– ternados, siendo Colombia tan rica como es. Animo, pues señores gobernantes: a aumentar el presupuesto de los inter– nados, pues los guajiros reclaman a gritos civilización, y ya es tiempo de no retardársela. Además, si alguna prevención hay contra el misionero, nómbrese un Auditor Fiscal que revise mensualmente las cuentas de los internados, y verá cómo más bien hay muchísimos más gastos de los que cubre la Nación, y éstos se equilibran con las limosnas y auxilios que cada Director de internado consigue entre las personas particulares amigas de la Misión, más las limosnas que el Papa nos manda. Voy a comprobar con hechos, este aserto, que corrobora muy a las claras, que el guajiro sí desea estudiar, y que, donde le brinden enseñanza, allá va: Venezuela se ha esmerado mucho por darle cultura a los indígenas guajiros, y esto es digno de aplauso, nos preguntamos: ¿por qué Colombia no hace lo mismo? Dos ejemplos me servirán de pruebas: Hay un internado guajiro ve– nezolano llamado Santa María de Guana, que el vulgo lo denomina más fácil– mente Guana. Dista de Maicao menos de una hora; pues bien, Venezuela ha construido un edificiaso, un internado para indígenas guajiros. y guajiras, diri– gido por los Padres Capuchinos de la Provincia· de Castilla. Son dos construc– ciones gemelas, pero con todo el confort que imaginarse pueda uno. El gobier– no venezolano le presta un cuidado esmeradísimo a Guana, y se necesita estar allí varios días, para darse cuenta de toda clase de servicios que dicho internado tiene lo que aquí llamaríamos IDEMA, hay servicio Médico, y las ambulancias semanalmente prestan servicios a los enfermos, en fin, para no alargamos .mu– cho, los Religiosos y las Religiosas que regentan y atiénden dicho plantel, tie– nen un esmerado cuidado de todos los indígenas, todo lo cual atrae a los indí– nas guajiros, y se establece en Guana un centro de atracción, incomparable. Puedo certificar que, en las varias veces en que yo he estado en Guana, he podido comprobar el esmern de Venezuela por . esos indígenas. Ahora bien, qué resultados y beneficios se derivan para el guajiro, de estas atenciones? Sencillamente que no alcanzan las aulas para albergar a tan- tos indígenas que van en busca d.e éultura. • • • •• ' Otro tanto podrí.amos decir del internado de Guarero, también venezolano, y a uná hora o menos de Maicaó, atendido 'por Capuchinos también españoles, y con asistencia de varones y riiñas, como el de Guana, y recibe las mismas atenciones que el de Guana.
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