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146 ASI ES LA GUAJIRA ciamiento de los Padres, Hermanos y niños que pacientemente moraron alH y soportaron toda clase de penalidades. Gracias a Dios, la Misión ha construído un magnífico edificio, con la ayuda del Gobierno Nacional, en el lugar deno– minado Aremasain, y allí se trasladó todo el personal que integraba el antiguo internado de San Antonio. Es conveniente anotar, al terminar este proyecto, y es, que ya los Padres Capuchinos italianos, a cuyo cuidado y jurisdicción está La Guajira, han cons– truído ahí en Nazaret, un internado que da gusto verlo, por ser una obra mo– derna, llena de comodidades; y que dice muy a las claras la bellísima labor de los capuchinos italianos, en toda La Guajira, máxime en Nazaret. Queda demostrado, una vez por todas, que las sugerencias que el autor de ASI ES LA GUAJIRA, hizo, en sus primera y segunda ediciones de este libro, no cayeron en saco roto, sino que, por el contrario, el propio Gobierno Nacio– nal comprendió la urgencia de la construcción de ese internado y con tales co– modidades. Nos damos por muy satisfechos de poder habernos anotado en nuestro haber, esa idea, redentora de la zona de la Macuira, con ese tan bello edificio del internado nuevo de Nazaret. AUMENTO DEL PRESUPUESTO DE LOS INTERNADOS Cuando, desde 1932 hasta 1946, el Gobierno Nacional fue recortando len– tamente el presupuesto de los internados, asignado por gobiernos anteriores, acaso porque las necesidades más urgentes de la Nación así lo requerían, no se dio cuenta el legislador de aquellos años de que a quien menos mal le hacía con esta poda era a los Misioneros Capuchinos, y que el perjuicio recaía ex– clusivamente sobre los propios guajiros, quienes veían así retraerse más y más su civilización. En los tiempos en que el Gobierno daba una subvención más crecida para la educación de estos indígenas, cada internado tenía asignado un presupuesto de gastos mayor, y naturalmente, cada año concurría a las aulas un número considerable de educandos~ Un ejemplo de esos de Perogrullo que, no por lo sencillo, deja de ser menos convincente, nos ayuda a .corroborar este aserto: Si el Gobierno Nacional daba, verbigracia, seisceitnos pesos de presu– puesto mensual· a tada interno, y Ja: Misión admitía ochenta niños y ciento treinta niñas internos; · si ahora sólo le asigna •trescientos, necesariamente • la Misión sólo recibirá la mitad de niños y la mitad de niñas. . . En la práctica. ¿Quién salía perdiendo: la Misión, ci el guajiro? El guajiro, claro está; y en la proporción en que se siguiera recortando el presupuesto, se recortaría el nú– mero de alumnos internos. . . Así, ¡,cuándo se civilizaría esta península? Por tal razón hemos apuntado la idea del aumento del presupuesto de cada inter– nado. Por la experiencia conocemos que a cada internado podrían concurrir ciento cincuenta niños y trescientas niñas si las edificaciones y el presupuesto así lo permitieran. Ahora bien: en la actualidad sólo se pueden recibir holgadamente unos ciento treinta internos, entre varones y niñas, por lo reducido del presupuesto; ?qué futuro les espera a los restantes indígenas que no pueden ser admitidos al plantel por las razones susodichas? . . . Precisamente lo que en realidad acon– tece, a saber: que al niño o niña a quien una vez se le negó cupo no vuelve

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