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138 ASI ES LA GUAJIRA sopetón ideas que no encuadran en el marco de su reducida mentalidad. El Primer Año elemental también está al cuidado de otra joven guajira, como la maestra del Preparatorio, pero ya ésta da las clases en español, y re– curre sólo al guajiro cuando el alumno no ha comprendido bien la explicación. Los niños que integran este curso son alumnos que si bien ·no hablan ni en– tienden las más de las palabras perfectamente en español, con todo, más lo comprenden que lo hablan, y así sus mentes se van desarrollando adecuada– mente. Salen de este curso sabiendo bien sumar y algo de resta; y con nocio– nes menos elementales sobre Religión, Historia Patria, Urbanidad, Geografía; ya leen a medias y casi lo mismo escriben. El Segundo Año está atendido por un maestro, que puede ser el Hermano Profesor, o un joven seglar, civilizado; y en la sección de niñas, una Hermana. El Pénsum de estudios es éste: Religión, Historia Sagrada, Matemáticas, His– toria Patria, Urbanidad, Geografía, Lectura y Escritura. Todas las clases se dan en español y se estimula al niño a no hablar en guajiro durante las clases, aunque el profesor lo entendiera. Sale el educando de este curso sabiendo leer regularmente, y con nociones más precisas de las asignaturas dichas. Los alum– nos de este curso se caracterizan por su modo de hablar atravesado, y por sus construcciones vizcaínas, todo lo cual deja ver la evolución del indígena en se– micivilizado. El Tecer Curso es, en teoría, el último año de estudios del niño del inter– nado. Los alumnos de este curso son los mejores preparados y los más adelan– tados; todos hablan bastante bien el español, y en cuanto a preparación, basta decir que podrían competir con cualquier alumno de Segundo elemental de los buenos colegios hablistas españoles y colombianos. La niña, además de la cien– cia antes dicha, sabe cocinar, lavar, planchar, tejer, hilar, tan bien como lo haría cualquier joven civilizada a los diez y ocho años de edad. Decimos que en teoría este es el último año, porque muchas veces hacemos que el niño re– pita este mismo curso, cuando vemos que no ha aprovechado lo bastante el año, a fin de que quede suficientemente capacitado para hacerle frente a los problemas de la vida. Cuando el niño aprueba todas las asignaturas del curso, se le considera ya en libertad de marcharse del plantel, y muchos de ellos así suelen hacerlo; si no quieren retirarse del internado, terminados los estudios, se les acepta como aprendices de una cualquiera de las artes u oficios que en pequeña escala se enseñan allí; asignándoseles alguna remuneración, que se les guarda, para el día en que abandonen definitivamente el plantel. Vamos a presentar dos razones poderosas por las cuales el guajiro no lo– gra coronar una carrera a temprana edad, y por qué se ven obligados a perma– necer en los internados más tiempo que los educandos de· otros colegios del país. Primera razón: El niño guajiro en sus primeros años es dedicado por sus padres y parientes al pastoreo o cuido de las ovejas y cabras; de ahí que hacia los once años es cuando los llevan a los internados y más adultos todavía. Para ese niño todo es nuevo y raro en derredor suyo, y necesita por lo menos cinco años para poder asimilar los conocimientos del último curso; y como quiera

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