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134 ASI ES LA GUAJIRA nada tan bien pensado como la construcción de este internado, que, a no du– darlo servirá de peldaño para la civilización de los indígenas de esos contornos, y aún a los Pebos y Arhuacos, por lo andariegos que son los Coguis. Quienes conocemos las dificultades de transporte de materiales a ese nuevo internado, podemos felicitar muchísimo al Señor Vicario Apostólico de Rioha– cha, por el tino que tuvo en la elección del lugar donde se está contruyendo el nuevo internado. LOS INTERNADOS Como ya hemos analizado la labor de la Misión Capuchina, aisladamente, en sus relaciones con los guajiros unas veces instruyéndolos en sus largas y penosas correrías; otras, practicando en ellos mismos labores de curación de los ' enfermos, etc., etc., vamos a dedicamos ahora a los internados, que si bien es verdad que a primera vista parece que nos refiramos al conjunto de guajiros huérfanos, reunidos colegialmente, es lo cierto que el alcance de la palabra in– ternado, actualmente, no es otro que internado de guajiros, sean huérfanos o no. La primera idea de reunir bajo un mismo techo a los niños guajiros la tuvo el celoso misionero Reverendo Padre Antonio de Valencia, quien, al ver cómo eran vendidos los niños huérfanos en .La Guajira para ser trasladados fuera de Colombia, lanzó la idea de fundar tales internados, encargándose los sacerdotes del cuidado de los varones, y las Religiosas Terciarias Capuchinas de las niñas; empero, los disturbios políticos de aquellos tiempos no dejaron cristalizar la obra. A su regreso de Roma, Monseñor Atanasia resolvió ponerle todo su entu– siasmo a esta obra salvadora, y fue entonces cuando empezó en firme la reali– zación del proyecto. Era, pues, ·una nueva postura que se tomaba en el Vica– riato, para conseguir una más rápida conquista del guajirn. Y, en efecto, a modo de prueba, el día 7 de enero de 1910 Monseñor Atanasia y los demás Padres se trasladaron al lugar denominado "Pancho", situado en las orillas del río Calancala, a corta distancia de Riohacha, e hicieron allí la primera funda– ción; y el día 13 de Junio del mismo año fue inaugurado el internado, siendo su primer Director el Reverendo Padre Antonio de Valencia; al plantel se le puso bajo la advocación de San Antonio de Padua, nombre que llevó en todo tiempo. Se encargaron de la dirección del plantel en la sección de niñas, como Directora, la Reverenda Madre Visitación de Manises, y como profesoras Sor Purificación de Navarrés y Sor Francisca de Barranquilla. Este internado, después de haber sido la cuna de este sistema de orienta– ción del guajiro, y el que dio origen a los demáás que existen en el Vicariato, fue trasladado el 30 de mayo de 1952 al sitio denominado Aremasain, e i.nau– gurado el día 1 Q de junio del mismo año. Dista del primitivo unos treinta kiló– metros, y está situado cerca a la Carretera del Centro. Esta edificación es la última palabra entre los buenos edificios construídos en La Guajira, y en su construcción han tomado parte los Reverendos Padres Jesualdo de Bañeres, José María de Alfara y Gaspar de Orihuela, éste último fallecido hace poco. El otro internado fue fundado en 1914 por el Reverendo Padre Antonio

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