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P. JOSE AGUS'l'IN MACKENZIE 129 defonso de Cuenca de Campos, Antonio de Valencia, Andrés de Benisa, Ber– nardino de Orihuela, Eloy de Orihuela, Vicente de Valencia, Estanislao de Riohacha, Amado de Benasal, Joaquín de Orihuela, Gaspar de Orihuela, Carlos de Cuevas, Alejandro de Valencia, Angel de Carcagente, José María de Alfara, Jesualdo de Beñeres, .José de Sueca, José de Vinalesa, Segismundo del Real de Gandía, Bernardo de Torrijas, Ruperto de Arizaleta, Bernabé de Cáseda, Eu• genio de Legaría, Rafael de Gulina, Camilo de Torrano, Miguel de Arruazu, Joaquín de Guadasuar, Ildefonso de Murcia, Tomás de Orihuela, y los Herma~ nos ·Fray Miguel de Audicana, Buenaventura de Villapún, Benito de Santibáñez, Isidro de Carcagente, Salvador de Ajofrín, Urbano de Palees, Manuel de Ori– huela, Crispín de Palma, Modesto de Onteniente, Carlos de Benisa, Angel de Bogotá, Pedro de Cocuy,. Luis· de Bogotá, Bartolomé de Cela, Carmelo de la Punta, Félix de Alacuás, José Agustín Mackenzie Useche, y otros; como tam– bién las de las abnegadas y sufridas Religiosas Terciarias Capuchinas de la Sa– grada Familia, y de las Hermanitas de la Madre Laura, todos estos misioneros, repetimos, pasarán a la historia com~ héroes del apostolado entre infieles El Gobierno Nacional y el Comisaria! prosiguieron su labor de ayuda al misionero; el brazo secular, la autoridad civil, venía siempre en la ayuda del misionero, cuando éste la necesitaba; y la Misión Capuchina, con su prestigio e influencia, era como la reconciliadora del indígena prevenido contra los re– presentantes del poder civil, que lo llamaban al orden, siguiéndose de esta es– trecha camaradería entre la autoridad civil y la eclesiástica pingües beneficios para toda la región, y de soslayo para toda la Patria en general. Entonces co– menzó para esta tierra una era de progreso, con la perla, la sal, el dividivi, los cueros, porque la labor lenta pero firme del misionero había ido quitando del guajiro el prejuicio que tenía contra el civilizado, y limando las asperezas de éste para con el indígena; así fue asen tándose paulatinamente el concepto de patria y fraternidad, donde casi se desconocían ambos términos. Empero, como tbdo lo bueno lleva el sello de la oposición, el mismo Go– bierno Nacional y, en ocasiones, también el Comisaria!, impulsados por senti– mientos políticos (arma que no debiera esgrimirse en territorios de misiones) se fueron dejando llevar por un espíritu de aversión al clero; de las acusaciones, de las intrigas malévolas que urdían contra la Misión aquellos mismos que unas veces recibieron de ella señalados servicios, y otras, recriminaciones, ante sus in.alas procederes en contra del indígena, a quien teníamos el deber de defender, como pupilos nuestros. Todo esto trajo un enfriamiento de las relaciones entre el Estado y la Misión; y la malhadada política de partidos sustituyó la palabra patria, patriotismo, por estotra: persecusión religiosa; y como por ensalmo vino tll recortar del. presupues~o misional; el aislamiento en los problemas que se con– frontaban eil La Guajira; 1.os procederes por sí y ante sí, en abierta rebeldía y oposición con la Misión, todo lo cual indicaba un deseo de alejarse de la mutua Unión· reinante en años anteriores. Y la Misión, que desde el primer momento que aceptó venir a luchar por el Evangelio de Cristo en La Guajira, tuvo sus miras puestas en Dios y en la Patria, pasó por sobre todas estas escorias, prosi– guiendo su labor casi aisladamente, pero dando una nota de cordura cristiana que no imitaron los gobernantes. Hoy, gracias a Dios, nos sentimos esperanza– dos y vislumbramos la era de progreso que se avecina para el guajiro, dado el interés que el Gobierno Nacional está prestándole al territorio, máxime con el suministro de aguas,. y con las magníficas relaciones que está estrechando con nuestra Misión.·

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