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P. JOSE AGUSTIN MACKENZIE 107. Al llegar la comitiva al rancho de la novia, salen al encuentro todos sus familiares, y en lacónico saludo les expresan la congratulación a los visitantes. Departen un rato amigablemente, entonces el padre del novio, o quien baga sus veces, toma la palabra: les hace saber cómo esa pareja desea unirse en matri– monio; cómo ese enlace vendrá a robustecer los lazos amistosos de ambas fa– milias; y en fin, todo ese· protocolo que en tales casos se gastaría el más ave– zado diplomático; e inmediatamente indican cuánto traen por la novia ... El suegro da su conformidad para el matrimonio e inmediatamente el no– vio hace traer los animales, pero el suegro reclama algo más de lo que el galán ofrece, •y entonces u ordena la traída de los animales dejados de propósito en el camino, previendo esto, o da palabra de que entregará otros más, basta sa– tisfacer los deseos del suegro. Tan luego como han llegado a un arreglo satisfactorio, se cruzan frases de mutua amistad, y el padre o representante de la novia ordena los prepara– tivos para la fiesta. . . Al instante se matan varios animales de los que aportó el novio; se trae ron, etc., y se forma un gran parrandón. Antes de despedirse los convidados, el representante de la desposada le va entregando a cada uno un animal (máxime a los parientes cercanos del novio); también otros a los familiares de la recien casada, aunque estuvieren ausentes, finalizando con los demás invitados, y con aquellos que le dieron un animal al padre de la despo– sada, cuando éste se casó, es decir que prácticamente devuelve lo que a él le dieron. No se efectúa ninguna ceremonia especial, característica de aceptación expresa de los dos cónyuges, más que la entrega al esposo de un chinchorro, elaborado antes por Ja novia; el chinchorro es como las arras, pero en sentido contrario, y éste es la señal de aceptación por parte de ella. Acabado el festín, o se van los desposados a su rancho, al nuevo bogar, o se quedan en casa del del suegro, haciendo vida marital. Una vez consumado el matrimonio, el re– cién casado tiene. que darle a la suegra lo que llaman el chinchorro, que· son dos o tres animales más, por el chinchorro que la recién casada aportó al ma– trimonio. Con este último pago queda perfeccionado el matrimonio. Si la desposada tenía herencia y el esposo es juicioso y trabajador, los suegros le entregan esa herencia para que la· administren; y si por el contrario saben que es derrochador, malbaratador e incapaz, siguen sus parientes como antes, administrándola. Hay que advertir que quien dio ya un animal alguna vez para el matri– monio de un individuo determinado, no está obligado a contribuir con otro, si dicho individuo desea pasar a segundas nupcias, viviendo aún su primera es– posa. Sustancialmente el motivo que indujo al guajiro a establecer esta coarta– ción pudo ser para ponerle coto al desorden de los hombres, y al desprestigio del matrimonio; porque es natural que si siempre que un guajiro quisiera ca– sarse, encontrara amigos que le obsequiaran animales para pagar su esposa, todos conseguirían muchas mujeres, que a la larga no tendría cómo alimentar, y a la postre se convertirían en sensuales empedernidos, con un harem por ran– cho, con desprestigio del •hogar. El primer pagó que recibe un padre de familia por el matrimonio de una hija es íntegramente para él, o por mejor decir, que es a él a quien toca hacer
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