BCCCAP00000000000000000001783

(1) La peregrinac1on a Santiago de Compostela debe registrarse, sin lugar a dudas, entre los fenómenos históricos más trascendentales en la historia de la humanidad. Por el año 40 de nuestra era, el apóstol Santiago recorría las tierras de España, las provincias más occidentales del Imperio Romano, predi– cando el evangelio de Cristo. Poco más tarde regresa a Jerusalén, donde le esperaba la palma del martirio. Sus discípulos recogieron el cuerpo del maestro y lo transportaron a Galicia, donde lo enterraron con el honor debido en un sepulcro de mármol ; algo más tarde le hacían compañía los restos mortales de los santos Atanasio y Teodoro. A consecuencia de las persecuciones contra los cristianos y de las invasiones de pueblos bár– baros, se perdió la noción del lugar exacto de los tres enterramientos... Todo esto afirma, en líneas esenciales, una tradición multisecular que, si bien no puede aportar en su favor pruebas documentales irrefutables, tampoco ha podido hasta hoy ser científicamente desmentida. Otra tradición posterior nos dice que en el primer cuarto del siglo IX fue revelada al ermitaño Pelayo la situación precisa de las tres sepul– turas y que el rey Alfonso II mandó erigir sobre ellas un templo ... La noticia de este descubrimiento corrió veloz por toda Europa e in– mediatamente comenzaron a afluir las peregrinaciones, ávidas de pos– trarse ante la tumba de aquel pariente del Señor, tanto es así que ya en el siglo XI se documenta el nombre de Camino de Santiago y también el de camino francés) por ser muchos los de tal procedencia que lo recorrían de viaje para Compostela. Por el Camino de Santiago conviven individuos de todos los pueblos de Europa, circulan todas las doctrinas en boga, se entrecruzan las cul– turas musulmana y cristiana; allí tienen cabida todas las corrientes ar– tísticas y literarias de la época, nacen las iglesias de peregrinación, se origina embrionariamente todo un derecho internacional que regula las actividades de los peregrinos y se crea una red asistencial de albergues y hospitales. El Camino busca la conjunción con las nuevas ciudades y nuevos burgos ven la luz al arrimo del Camino. Los peregrinos de allende el Pirineo entraban en España por dos pasos principalmente: por el puerto de Cisa, siguiendo hacia Roncesvalles, Bur– guete y Pamplona hasta Puente la Reina; y también por Somport, Jaca, Tiermas, Monreal, hasta llegar al citado Puente la Reina. En este pueblo de Navarra los dos caminos se hacían uno y el Camino francés proseguía por Estella, Logroño, Nájera, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, Fró– mista, Sahagún, León, Rabanal, Ponferrada, Villafranca del Bierzo, Tria– castela, Palas de Rey hasta llegar a Santiago. El que esto escribe comenzó el viaje en Zaragoza y, después de cuatro etapas, se injertó en el Camino en Logroño, para recorrerlo, con ligeras 91

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz