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trellas. ¿Lo hizo por echarse un farol? ¿O creyó que hoy día ya no exis– ten quijotes capaces de tal aventura? ¿O, más probablemente, pensó que, aunque hubiera individuos que peregrinaran a pie, no habría ninguno que pudiera justificarlo, dada nuestra idiosincrasia y natural despreocupa– ción ... ? (Sin ir más lejos: nosotros ... ) Lo curioso del caso es que nuestro compañero Márquez ha hecho sus buenos trescientos o más kilómetros a pie y puede demostrarlo, porque ha tenido el buen cuidado de registrar en una libreta las firmas de alcaldes y párrocos de las localidades por las que ha pasado, y ahora tiene el capri– cho de presumir de que se ha hospedado en el Hostal de los Reyes Cató– licos como invitado del Ministerio de Información y Turismo. Por eso, esta misma mañana, después del abrazo a Santiago, se ha dirigido a la dirección del Hostal y se ha armado el gran revuelo, ya que están todas las plazas reservadas para estos días y nadie quiere saber nada de aquellas declaraciones por la televisión. Ha recurrido a la Oficina de Turismo y también aquí el taco ha sido de los de órdago a la grande. Como buen arreglo, le han propuesto lo siguiente: ya que se da la imposibilidad de alojarle ahora, porque no hay ninguna habitación libre hasta después del día 25, solemnidad del Após– tol, tan pronto como se desocupe una, la pondrán a su disposición. A lo que ha replicado Márquez con guasa: «Yo he venido aquí andando a ganar el jubileo y, como habían prometido hospedaje en el Hostal a pe– regrinos como yo, fiado en esa palabra, no me he preocupado de más. ¿Les parece a ustedes que regrese a Madrid y cuando me avisen me ponga de nuevo en camino?» Al final Márquez, a quien le sobra hombría y generosidad, no que– riendo perjudicar a nadie, ha ofrecido al Apóstol, como un sacrificio más, la renuncia voluntaria a un derecho conquistado en buena lid. Volvemos a la catedral para abrazar de nuevo al Apóstol y orar ante su sepulcro; para extasiarnos ante esta maravilla del arte románico .. . y en busca de reconciliación. Recorremos a continuación las calles de la ciudad en plan de turistas, buscando los monumentos que figuran en la guía. Saboreamos un gusto nuevo ante el celebrado Fonseca de las canciones estudiantiles y frente a la Casa de la Troya ... Cenamos en un figón típico y regresamos a la residencia. Son tantas y tales las impresiones recibidas, tan grandes las emocio– nes experimentadas en las últimas veinticuatro horas, que lo único que creo que nos falta es ver esta noche en sueños a nuestro amigo el Apóstol Santiago.

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