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da de ningún género; parece que no les cabe en la mollera que haya in– dividuos capaces de tal aventura sin intereses crematísticos y añaden por excusarse: « Es que como la televisión ... » Ahora es cuando nos explicamos nosotros por qué no nos han dispen– sa,do la hospitalidad que esperábamos; demasiado han hecho quienes nos han prestado gratis un pajar para dormir, si de verdad creían que íba– mos con las dietas pagadas ... Aclarada esta cuestión, rogamos nos indiquen algún lugar donde pasar la noche y nos responden que algo más adelante, a la izquierda, según vamos, hay un pajar que también han empleado otros que nos han pre– cedido. Un señor nos muestra el pajar de referencia (que no es sino un cu– bierto, sin paja, abierto a un costado) y la cuadra ... Aquí nos acomo– damos como Dios nos da a entender; yo me voy a un rincón y pongo las botas como cabezal y a un lado la mochila para defender la cara del relente de la noche ... Intento dormir y me veo precisado a consumir una gran dosis de pa– ciencia, porque algunos, no pudiendo dominar sus nervios, nos impiden con su conversación conciliar el sueño ; al fin, no queda otro remedio que llamarles la atención y recordarles que deben guardar silencio y res– petar el descanso de los demás. 21 DE JULIO: AMENAL-SANTIAGO DE COMPOSTELA (15 KM.) A Antonio no le va eso de dormir en el duro suelo y se despierta muy temprano, oscuro todavía; impaciente, comienza a pasear a grandes trancos y sus pisadas retumban en el piso de madera. Parece que no se atreve a despertarnos directamente y que ha elegido este método tan expeditivo para que nos vayamos despertando espontáneamente. Yo, acu– rrucado en mi agujero, advierto en seguida la treta y no me doy por en– terado y permanezco silencioso; aunque no duerma, descanso con los ojos cerrados. Poco a poco, y gracias al ruido ininterrumpido que produce Antonio y al frío reinante, se van despertando todos. Nos hallamos entumecidos y, como el ambiente aquí no está nada apetecible, optamos por salir a la carretera, a pesar de que no ha amanecido todavía y de que estamos a las puertas de Santiago. Con el ejercicio entramos en calor, porque ¡caramba si ha hecho frío!, ¡y sin mantas! La alegría y el entusiasmo se encuentran a cien: son muchos los kilómetros recorridos, muchas las jornadas transcurridas, mu– chas las penalidades pasadas y. .. he aquí que estamos entrando en la
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