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Reyes y emperadores, eclesiásticos y guerreros, burgueses y menestra– les, santos y pecadores acuden a SANTIAGO DE COMPOSTELA para cumplir sus votos o expiar sus pecados y ganar el jubileo j en el Camino de Santiago se dan cita todas las culturas y se intercambian todas las ideo– logías que se incuban en Europa. Son tantos los miles y miles de peregri– nos que acuden a Santiago que el pueblo los quiere ver reflejados en el azul del cielo, como en un espejo, en esas miríadas de puntitos luminosos que tachonan la Vía Láctea. En el año de gracia de 1971, Año Jacobeo, cúpome en suerte recorrer el Camino de Santiago partiendo desde Zaragoza; las páginas que siguen quieren manifestar de alguna forma las vivencias de aquellos días inolvi– dables -DIARIO- y servir de guía y orientación a futuros caminantes -NOTAS-, y las dedico a mis compañeros de peregrinación, a quienes me acompañaban desde lejos (y que yo los sentía tan cerca de mí) y a cuantos con sus huellas abrieron en tiempos este camino de paz y de re– conciliación. 6