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Deambulamos pausadamente por las calles hasta que el flamear de unas banderas -hoy es el 18 de Julio- nos indica la proximidad de un edificio público: es el Ayuntamiento, el lugar de nuestra cita. Un poco más arriba y en la misma acera hay una iglesia; la gente va entrando en ella, señal inequívoca de que va a comenzar la misa (hoy es también domingo) ; podemos oírla al mismo tiempo que esperamos al resto del grupo que se quedó en ... Me coloco de guardia muy cerca de la puerta y en éstas que asoman al extremo opuesto de la calle José Mari, Rafa y Alfredo; les hago señas para que se apresuren y nos reunimos todos en la casa del Señor. Anto– nio pronuncia una de las peticiones de la oración de los fieles. De nuevo en la calle ... lo de siempre: referirnos mutuamente las últi– mas incidencias. Vienen encantados del trato recibido en Montán (ése creen que es el nombre del pueblo) ; la hospitalidad fue extraordinaria: como eran tantos, los distribuyeron por distintas casas para darles de cenar; dormir, en cambio, lo han hecho todos juntos en un pajar. Por cierto que en la casa en que cenó José Mari se han atrevido a pregun– tarle a ver cuánto nos paga el Estado por realizar el viaje a pie: « Cuando les dije que nos lo costeamos nosotros y que los domingos me iba al campo de entrenamiento para estar en forma y ahorrarme, además, la paga, se quedaron moscas.» Alfredo se muestra visiblemente contrariado por la valiente faena que acaba de gastarles esta misma mañana un individuo, llevándoseles con engaño a Tarzán, el perro que no se separó ayer de nosotros en todo el día y que ha dormido también en el pajar: «Le había cobrado cariño ... ¡Con qué ojos más tristes nos ha mirado Tarzán cuando el gachó ese lo ha atado con la cadena y se lo ha llevado ... ! » Un muchacho, que nos observa a unos metros, se acerca para comu– nicarnos que en el inmediato monasterio, a la vuelta de la esquina, sue– len hacer un alto los peregrinos para tomar alimento. Vamos, pues. Es un enorme edificio habitado actualmente por frailes mercedarios; de estilo plateresco en su conjunto, conserva un viejo claustro románico. El religioso que nos atiende nos manifiesta que, en efecto, son muchos los peregrinos que llaman a las puertas del monasterio solicitando ayuda y que a ellos les resulta de todo punto imposible socorrer a todos, como desearían; espera, no obstante, encontrar algo con que desayunemos. Poco después asoma con una especie de torta que les sobró de la cena, la tipica empanada gallega. «Siempre se prepara algo de más por si viene algún huésped... », añade. Nos aconseja que continuemos por la C-535 hasta Portomarín si no queremos extraviarnos. 72

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